Reflexiones Bíblicas
San Lucas 8, 4-15Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente
y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta
parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al
borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en
terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó
entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto
cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto,
exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los
discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os
ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en
parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del
borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la
palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno
pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no
tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba
fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y
riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra
buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la
guardan y dan fruto perseverando".
COMENTARIOS
La máxima, colocada al final, nos descubre ya hacia dónde irá la explicación de
la parábola. ¡No depende de cómo se siembre, sino de cómo se escuche el mensaje!
De manera casi imperceptible hemos pasado de una cultura donde predominaba el
escuchar a otra donde -según se piensa- predomina la letra impresa o
visualizada. Afortunadamente, mientras no se demuestre lo contrario, el hombre
continuará teniendo oídos. Y eso explica que las cosas leídas, donde sólo
interviene la vista, no hacen el mismo efecto que las proclamadas, donde
interviene la voz, el clima del auditorio, los tonos de voz de quien está
hablando, el calor vital que lo acompaña, el testimonio de la persona. La fe
viene por el oído, por la transmisión de la palabra que transporta unida a ella
vivencias de la persona que la proclama. Tendríamos que revisar seriamente la
praxis de dar a leer libros como un médico que se limita a recetar medicamentos.
¡Es todo tan impersonal...!