Reflexiones Bíblicas
San Lucas 8, 16-18

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

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La luz sirve para disipar la oscuridad, lo que sólo se logra si se la coloca en un candelero y en una parte despejada y alta del recinto o habitación que se pretende iluminar. Así debe ser la vida del cristiano: una luz colocada en un lugar alto para irradiar a todos su brillo. Entre otras consecuencias, es lo que tradicionalmente hemos denominado testimonio. Dar testimonio es dejar brillar la luz del reino desde dentro de nuestra propia vida. Vivimos en una cultura opacada por tantos "brillos" engañosos, tales como la publicidad, el consumismo y las apariencias, que generan mentalidades superficiales. Preguntémonos si nuestra vida cristiana, tanto personal como comunitaria, es una luz o tiniebla para quienes nos rodean. En esto nos jugamos la autenticidad de nuestra fe.