Reflexiones Bíblicas
San Lucas 9, 57-62Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y
sus discípulos, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las
zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene
donde reclinar la cabeza."
A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi
padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a
anunciar el reino de Dios."
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia."
Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para
el reino de Dios."
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Jesús hace una nueva llamada de discípulos, ahora en
territorio samaritano, precisando cuáles han de ser las actitudes del verdadero
discípulo. La escena tiene forma de tríptico. En las tablillas laterales hay
constancia de dos ofrecimientos («Te seguiré»), si bien condicionados; en el
centro hay una llamada directa de Jesús («Sígueme»). El personaje central ha
sido invitado por Jesús, en vista de sus disposiciones; los otros dos han tomado
ellos mismos la iniciativa, en vista de las actitudes de Jesús. Lucas describe
con estos tres personajes la constitución de un nuevo grupo (tres indica siempre
una totalidad). Estos personajes, sin embargo, no tienen nombre. La situación
que describe tiene más de ideal que de real. Hay una referencia implícita a la
primera llamada de discípulos israelitas: Pedro, Santiago y Juan. También tres.
Las condiciones que les impone ahora son más exigentes si cabe: les exige una
ruptura total con el pasado: casa, familia y, sobre todo, padre, como portador
de tradición.
Al personaje del centro lo invita Él mismo porque sabe que ya ha roto con la
tradición paterna (muerte del «padre», figura de la tradición que nos vincula
con el pasado). Le pide que se olvide del pasado («enterrar») y que se disponga
a anunciar la novedad del reino. Al primero, que se ha ofrecido espontáneamente,
le exige que no se identifique con ninguna institución («no tiene donde reclinar
la cabeza»). Jesús nos quiere abiertos a todos y universales. La respuesta que
da al tercero, quien también se ha ofrecido espontáneamente, se ha convertido en
una máxima: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el
reino de Dios. » La «familia» es figura, en este contexto, de Samaria: la opción
por el reino universal rompe con cualquier particularismo.