Reflexiones Bíblicas
San Lucas 12, 13-21

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?"
Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno -ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."
Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos anos; túmbate, come, bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."

COMENTARIOS

Se presenta ahora la interpelación de «uno de la multitud» interesado en cuestiones de herencia, secuela del falso valor del dinero: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia» (12,13). De nuevo podría sorprendernos este requerimiento, si interpretásemos las advertencias anteriores contra el fariseísmo en sentido moralizante. Esta interpelación central revela que el problema de fondo es la cuestión del dinero (medios, posición social, eficacia). Que no se trata de una 'herencia' en sentido figurado, lo evidencia la respuesta de Jesús y la parábola con que la apoya. La multitud que, aunque presente, había sido dejada de lado constantemente por Jesús, interviene por medio de alguien que la representa. Este lo considera un 'maestro' y le pide que ejerza como 'juez' o 'árbitro' (12,14). Jesús no viene a echar remiendos al sistema. Su 'magisterio' no va en la línea de los rabinos o maestros de Israel. La respuesta, en segundo lugar, se dirige a todos: «Cuidado: guardaos de toda codicia, que, aunque uno ande sobrado de dinero, la vida no depende de los bienes» (12,15). La interpretación de la parábola se halla en la acomodación que hace de ella el último versículo: «Eso le pasa al que amontona riquezas para sí y no es rico para con Dios» (12,21).