Reflexiones Bíblicas
San Lucas 17, 11-19Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén,
pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su
encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús,
maestro, ten compasión de nosotros". Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a
los sacerdotes". Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos,
viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó
por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús
tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve,
¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?" Y
le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado".
COMENTARIOS
nuestros días se ve a mucha gente que ora, pero, desgraciadamente, no hay muchos
que se den cuenta de lo que deben a Dios y le den gracias... «¿No han quedado
limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están?» Creo que os acordáis que es
con estas palabras que el Señor se lamentaba de la ingratitud de los otros nueve
leprosos. Leemos que bien sabían «orar, suplicar, pedir» porque levantaron la
voz para exclamar: «Jesús, hijo de David, ten compasión de nosotros». Pero les
faltó una cuarta cosa que es la que reclama san Pablo: «la acción de gracias»
(1Tm 2, 1), porque no regresaron y no dieron gracias a Dios.
También vemos en nuestros días que hay un cierto número de personas que piden a
Dios con insistencia lo que les hace falta, pero tan sólo un número reducido de
entre ellos parece reconocer los beneficios recibidos. No hay nada malo en pedir
con insistencia, pero lo que hace que Dios no nos escuche es porque se da cuenta
que nos falta agradecimiento. Al fin y al cabo es quizás un acto de su clemencia
el no dar a los ingratos lo que piden, para que no sean juzgados con más rigor a
causa de su ingratitud... Es pues a causa de su misericordia que Dios, a veces,
retiene su misericordia...
Podéis bien ver cómo todos los que son curados de la lepra del mundo, quiero
decir de desórdenes evidentes, no se aprovechan de su curación. En efecto,
muchos están secretamente afectados de una úlcera peor que la lepra, tanto más
peligrosa porque es más interior. Es por esta razón que el Salvador del mundo
pregunta donde están los otros nueve leprosos, porque los pecadores se alejan de
la salvación. Por eso Dios preguntó al primer hombre después de su pecado:
«¿Dónde estás?» (Gn 3,9).
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia