Reflexiones Bíblicas
San Marcos 2,23-28Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado;
mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le
dijeron: "Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?" Él les
respondió: "¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se
vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo
sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los
sacerdotes, y les dio también a sus compañeros." Y añadió: "El sábado se hizo
para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es
señor también del sábado."
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Cuando el hombre, alejándose del alboroto exterior, habiendo cerrado su puerta
de la ruidosa multitud de las vanidades, examinado sus tesoros, se recoge en el
secreto de su corazón cuando en él ya no existe agitación ni desorden, nada que
le estire, nada que le atenace, sino que ya en él todo es dulzura, armonía, paz,
tranquilidad, y que todo el pequeño mundo de sus pensamientos, palabras y
acciones sonríen al alma como un padre en una familia muy unida y pacífica, de
repente nace entonces en su corazón una maravillosa seguridad. De esta seguridad
proviene un gozo extraordinario, y de este gozo brota un canto de alegría que
estalla en alabanzas a Dios, tanto más fervorosas cuanto tiene más conciencia de
que todo el bien que encuentra en sí es un puro don de Dios.
Es la gozosa celebración del sábado que debe ser precedida de otros seis días,
es decir, de haber terminado completamente las obras. Primero nos hace falta
transpirar haciendo obras buenas, para, seguidamente, descansar con la
conciencia en paz... En este sábado, el alma saborea cuán suave es Jesús.
Elredo de Rielvaux (1110-1167) monje cisterciense