Reflexiones Bíblicas
San Marcos 8,34-9,1

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles." Y añadió: "Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia."

COMENTARIOS

En el pasaje anterior Jesús acaba de pedir a sus discípulos una profesión de fe, con lo que rompe la reserva y el secreto en el que vivía encerrado desde el comienzo de su ministerio. Pedro declaró inmediatamente que el grupo de los discípulos le tenía por Mesías, e inmediatamente Jesús volvió a encerrarse en el silencio y la reserva, como si la respuesta de Pedro no lo dejara satisfecho. En efecto, Pedro todavía no ha comprendido en plenitud el verdadero mesianismo de Jesús; aún le falta mucho camino por recorrer. Su conciencia no ha recorrido, ni mucho menos, el mismo camino que la de Jesús. Todavía está aferrada al sueño de un gran proyecto político, y se hace la idea de que los Doce no son tan sólo discípulos, sino colaboradores de un Rey-Mesías. Por eso Pedro no tiene reparo en corregir a Jesús por sus manifestaciones pesimistas: cómo iba un Mesías a pasar por el sufrimiento (v.32); menos aun cuando ya había venido Elías antes que Él a disponer todas las cosas para su triunfo. Jesús considera el razonamiento de Pedro como una nueva tentación diabólica que compromete su misión y debilita la energía necesaria para cumplir con ella, debido a interferencias de orden humano.