Reflexiones Bíblicas
San Lucas 15,1-3.11-32Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús
todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas
murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos." Jesús les
dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su
padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió
los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró
a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo
había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a
pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país
que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las
algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando
entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan,
mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y
le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme
hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando
todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le
echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus
criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la
mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un
banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo
hemos encontrado." Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se
acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le
preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha
matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se
negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su
padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden
tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y
cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le
matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y
todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto
y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""
COMENTARIOS
Los fariseos y escribas buscan condenar a Jesús,
escandalizados por la familiaridad con que trata a pecadores y publicanos. Estos
han descubierto en Jesús un camino de conversión. Alguien, por fin, ha
comprendido su historia y las razones por las que han vivido en pecado. Ellos
han tocado fondo; ahora siguen a Jesús intentando un cambio profundo de vida.
La parábola confronta a quienes viven sujetos a la Ley y los
ritos, con los que han decidido retornar a la casa del Padre. Este sigue con los
brazos abiertos para recibir con amor a los que decidan convertirse; cuando
deseen hacerlo, o cuando sus historias personales los hagan tocar fondo.
Contemplemos nuestra vida personal, familiar y comunitaria a
la luz del Evangelio, para reconocer con humildad nuestras limitaciones y
valorar cómo ha sido nuestro proceso de cercanía o de distanciamiento de la casa
del Padre.