Reflexiones Bíblicas
San Lucas 2,41-51a

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados." Él les contestó: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

COMENTARIOS

El evangelio de hoy presenta a la familia de Jesús en su condición de judíos practicantes de las costumbres y mandamientos que habían aprendido de generación en generación. La participación en la fiesta de pascua es vivida de manera diferente por Jesús con relación a la forma como la viven sus padres, José y María.

La situación de pérdida de Jesús representa para éstos angustia y disgusto; mientras que para Él es la oportunidad de conocer los pensamientos de los maestros de la Ley que desde Jerusalén querían controlar la vida de todo el pueblo. El reencuentro del joven Jesús con sus padres define un conflicto familiar en el que ellos, por su parte, manifiestan el disgusto y la preocupación. Ante ello la respuesta de Jesús no es comprendida por sus padres; sin embargo todos se regresan a continuar la vida en Nazaret.

El texto termina con una expresión muy profunda: "María guardaba todas esas cosas en su corazón". Guardar así es una muestra afectiva de radicalidad; la misma con que María va a acompañar como discípula a Jesús hasta el final del camino. Esa actitud muestra la profundidad del misterio cristiano, que ha de ser albergado en el corazón para que sea auténtico.