Reflexiones Bíblicas
San Juan 8,1-11

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

COMENTARIOS

La Palabra de Dios nos invita a una reflexión muy profunda sobre nuestra forma de valorar las condiciones de las demás personas. Muchas veces, y tal vez de modo inconsciente, nos constituimos en jueces de las conductas de los hermanos, y nos creemos autorizados para excluir y condenar. Jesús nos hace hoy una invitación a reconocer nuestras propias limitaciones y a mirar con amor a quienes han cometido errores. Sólo Dios es el cabal juez. Y él sabe escuchar, valorar, perdonar y, por sobre todo, seguir amando sin reservas, con infinito amor.