Reflexiones Bíblicas
San Juan 8,21-30Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
"Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no
podéis venir vosotros." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse,
y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?" Y él continuaba:
"Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este
mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por
vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros
pecados."
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les
contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y
condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo
comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les
hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del
hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo
como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado
solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto,
muchos creyeron en él.
COMENTARIOS
Esta era la moral que Jesús quería desenmascarar en
Israel. La cúpula judía y sus adherentes tenían decidido matarlo porque sus
palabras y acciones hacían peligrar el sistema político oficial. Jesús hacía
ver que quien participa en la injusticia de un sistema participa de su
pecado. Roma, el Sanedrín y el Templo se habían aliado para afianzar un
sistema del que el pueblo era la principal víctima. A Jesús le indignaba que
eso se hiciera en nombre de Dios mismo, cuando el Templo y el sacerdocio
toleraban y hasta legitimaban la injusticia social.
Hoy los sistemas perversos nos han ido involucrando,
hasta de modo inconsciente, en la injusticia de sus estructuras. Se buscan y
rebuscan lenguajes para criminalizar la defensa de la vida y el trabajo por
los pobres. Ante ello no podemos claudicar. Hoy más que nunca debemos estar
atentos a las corrientes de la sociedad, para cuestionarlas e impregnarlas
de la justicia y el amor conforme al plan de Dios.