Reflexiones Bíblicas
San Lucas 24,35-48

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "Paz a vosotros." Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: "¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo."

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: "¿Tenéis ahí algo de comer?" Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: "Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse." Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto."

COMENTARIOS

En el texto del Evangelio, el deseo de justicia y de solidaridad humana son condición previa para poder proclamar entre las naciones paganas la nueva y definitiva presencia de Jesús como Señor de la historia del hombre. El testimonio lo tienen que dar, en primer lugar, «en Jerusalén», en sentido sacral, tal como lo acaba de dar Él; esto les habría acarreado el éxodo forzoso, pero liberador, fuera de la ciudad sagrada. De hecho no fue así, como tendremos ocasión de comprobar cuando empecemos el segundo libro. La segunda etapa debería haber abarcado «toda la Judea (incluyendo la Galilea) y Samaria». La tercera, después de entrenarse entre los heterodoxos samaritanos, «todas las naciones paganas» (Lc), «hasta los confines de la tierra» (Hch).

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