Reflexiones Bíblicas
San Juan 6,44-51Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Nadie puede
venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el
último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios."
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que
nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al
Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la
vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el
pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el
pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para
siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."
COMENTARIOS
Jesús reafirma que Él es el pan de vida. Si los antepasados que
comieron el maná en el desierto murieron, ahora quienes coman del nuevo pan
de vida plena participarán de la resurrección. Aquí la resurrección no se
entiende, como en la mentalidad de los fariseos, un premio por el estricto
cumplimiento de la ley. Con Jesús la vida en abundancia es fruto de la
configuración con Él y con su proyecto histórico.
Participar del proyecto de Jesús es asimilar los valores de su
mensaje, las razones de su lucha, la obediencia incondicional al proyecto
salvador de Dios, y los riesgos que se corren como consecuencia de un
compromiso radical. No se puede ir tras de Jesús sólo por conveniencia o
simple tradición; ésa es la característica de una fe desencarnada, lejana a
toda opción auténticamente cristiana.
Hoy, cuando la vida en el mundo se ve amenazada y se levantan
estructuras injustas que la mayoría de las veces se fundan en la mentira y
la muerte de los pobres, sí que es necesario optar abiertamente y con
radicalidad por la causa de Jesús: El reino de Dios, donde los seres
humanos, especialmente los pobres, tengan vida en abundancia.
Pongamos en las manos del Señor a tantos millones de seres humanos que viven en condiciones de miseria extrema, y a quienes mueren de hambre ante la indiferencia del mundo. Ellos son el motivo en el horizonte para optar por el compromiso cristiano en favor de la vida, la justicia y la paz.