En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me conocéis a
mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto."
Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica:
"Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha
visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No
crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo
hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras.
Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y
aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi
nombre, yo lo haré."
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Jesús interpela a Felipe con el mismo tema que, en pasajes anteriores, ha
venido trabajando: Él y su Padre son una misma realidad. Entre ellos existe
una comunión tan íntima, tan profunda, hasta el punto que quien ve a Jesús
-el Hijo- ve al Padre. Pero el asunto es todavía más profundo: creer en
Jesús es creer en las obras que Él realiza como provenientes del Padre.
Pero, a su vez, quien cree en Jesús está llamado a realizar sus mismas
obras, e incluso mayores. De tal forma que la fe en Jesús no es una simple
adhesión, sino que implica un modo de obrar según el obrar del Padre
revelado en la persona de Jesús.
El Padre está presente en Jesús. La presencia del Padre en Jesús es dinámica
(10); a través de Él ejerce su actividad. Entre Jesús y el Padre hay una
total sintonía. El último criterio de identificación y sintonía son las
obras.
La obra de Jesús ha sido sólo un comienzo, el futuro reserva una labor más
extensa (v. 12). Las señales hechas por Jesús no son, pues, irrepetibles por
lo extraordinarias; son obras que liberan al hombre, ofreciéndole vida. Con
este dicho da ánimos a los suyos para el futuro trabajo; la liberación ha de
ir adelante. Jesús cambia el rumbo de la historia; toca a los suyos
continuar en la dirección marcada por Él. Los discípulos no están solos en
su trabajo ni en su camino, pues Jesús seguirá actuando con ellos.
A través de Jesús, el amor del Padre (su gloria) seguirá manifestándose en
la ayuda a los discípulos para su misión. La oración de la comunidad expresa
su vinculación a Jesús (v. 14); se hace desde la realidad de la unión con Él
y a través de Él, pidiendo ayuda para realizar su obra.