Reflexiones Bíblicas
San Juan 17, 11b-19Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
Juan 17,11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo,
oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado,
para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu
nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el
hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos
mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los
ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego
que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es
verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y
por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."
COMENTARIOS
Tres temas resuenan en esta oración, que están en continuidad con
los textos anteriormente comentados. Primero, la unidad: Jesús pide la
unidad para sus seguidores. Pero no cualquier tipo de unidad, sino de la
misma naturaleza que la que Él mantiene con el Padre. Sólo esa comunión
íntima, profunda, existencial, puede garantizar la fidelidad. Es indudable
que en el trasfondo del texto nos encontramos con una comunidad seriamente
amenazada por rivalidades y fracturas a su interior. De ahí la insistencia
del evangelista en la unidad como un don divino. Está luego el gozo: desde
luego se trata del gozo que proviene del Espíritu; es decir, el gozo de
sentirse plenamente hijo de Dios tal y como lo ha prometido Jesús; el gozo
de sentirse salvado; el gozo de saber que se cuenta con la presencia
"defensora" del Espíritu. Y está, finalmente, la verdad: tema de gran
relevancia en el evangelio de Juan. La verdad no sólo como claridad mental,
sino como fidelidad y autenticidad de vida. Eso es lo que nos ofrece y nos
pide el Señor hoy: unidad, gozo, verdad, fidelidad. En última instancia, es
ser testigos fieles y gozosos de la verdad y la unidad, en un mundo saturado
de mentiras y egoísmo tanto personal como estructural y colectivo.