Reflexiones Bíblicas
San Juan 17,20-26Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús, levantando los
ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino
también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean
uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a
ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo
en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo
sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi
deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi
gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han
conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu
nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy
con ellos."
COMENTARIOS
En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles,
nos encontramos con el episodio de Pablo acusado por las autoridades
religiosas judías ante el comandante de la guarnición romana acantonada en
Jerusalén. El oficial se da cuenta de que está ante un caso muy difícil. Por
eso hace reunir al consejo judío, compuesto por saduceos y fariseos. Pablo
aprovecha la composición religiosa heterogénea del sanedrín y suscita una
discusión entre ellos, ganando el favor de los fariseos. El tema de la
discusión es la resurrección de los muertos. Así, Pablo aprovecha las
circunstancias para dar testimonio de Jesús en Jerusalén, en Cesarea y,
finalmente, en Roma. Podemos decir que en Pablo se cumplen las palabras de
Jesús que hemos venido reflexionando en el evangelio de Juan: está en el
mundo, pero no es del mundo. La unión íntima con Jesús se convierte en
fortaleza y sabiduría para enfrentar las acusaciones que le hacen sus
adversarios. Mantenernos unidos a Jesús, y en Él al Padre, nos proporciona
fuerza y valor para enfrentar las dificultades en la misión que nos ha
confiado el mismo Jesús: el anuncio y testimonio del evangelio del reino.