Reflexiones Bíblicas
San Mateo 5,13-16Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
Mateo 5,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros
sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la
salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo
alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del
celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de
casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas
obras.
COMENTARIOS
La obra de la redención de Cristo, que de suyo tiende a
salvar a los hombres, comprende también la restauración incluso de todo el
orden temporal. Por tanto, la misión de la Iglesia no es sólo anunciar el
mensaje de Cristo y su gracia a los hombres, sino también el impregnar y
perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico. Por
consiguiente, los laicos, siguiendo esta misión, ejercitan su apostolado
tanto en el mundo como en la Iglesia, lo mismo en el orden espiritual que en
el temporal: órdenes que, por más que sean distintos, se compenetran de tal
forma en el único designio de Dios, que el mismo Dios tiende a reasumir, en
Cristo, todo el mundo en la nueva creación, (2Co 15,17) incoativamente en la
tierra, plenamente en el último día. El laico, que es a un tiempo fiel y
ciudadano, debe comportarse siempre en ambos órdenes con una conciencia
cristiana.
La misión de la Iglesia tiende a la
santificación de los hombres, que hay que conseguir con la fe en Cristo y
con su gracia. El apostolado, pues, de la Iglesia y de todos sus miembros se
ordena, ante todo, al mensaje de Cristo, que hay que revelar al mundo con
las palabras y con las obras, y a comunicar su gracia. Esto se realiza
principalmente por el ministerio de la palabra y de los Sacramentos,
encomendado especialmente al clero, en el que los laicos tienen que
desempeñar también un papel importante, para ser "cooperadores de la verdad"
incoativamente aquí en la tierra, plenamente en el cielo (3 Jn., 8). En este
orden sobre todo se completan mutuamente el apostolado de los laicos y el
ministerio pastoral. A los laicos se les presentan innumerables ocasiones
para el ejercicio del apostolado de la evangelización y de la santificación.
El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas,
realizadas con espíritu sobrenatural, tienen eficacia para atraer a los
hombres hacia la fe y hacia Dios, pues dice el Señor: "Así ha de lucir
vuestra luz ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt., 5,16).