Reflexiones Bíblicas

San Mateo 8,5-17

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

San Mateo 8,5-17:

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quién soy yo para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace."

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Y al centurión le dijo: "Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído." Y en aquel momento se puso bueno el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades."


COMENTARIOS

Jesús vuelve a Cafarnaún, ciudad donde se había instalado (4,13). La escena que sigue tiene relación con la anterior. El centurión pagano es también religiosamente impuro, por no pertenecer al pueblo de Israel. No se debía entablar conversación con paganos ni mucho menos ir a su casa (cf. Hch 10,28). El pagano ruega a Jesús por un criado que tiene en casa paralítico con grandes dolores. Después del episodio del leproso, que muestra que Jesús no respeta las prohibiciones de la Ley sobre lo impuro, hay que interpretar la reacción de Jesús como positiva: está dispuesto a ir a casa del pagano y curar al enfermo. La salvación que Jesús trae es universal y no reconoce fronteras entre hombres o pueblos. El centurión, en su respuesta, se declara indigno de recibir en su casa a Jesús. Es consciente de su inferioridad como pagano, pero eso le da ocasión para mostrar la calidad de su fe. Acostumbrado a ser obedecido, ve en Jesús una autoridad absoluta capaz de sacar al hombre de la parálisis. No hay acción de Jesús con el enfermo, el centurión le pide solamente una palabra. Alude Mt a la misión entre los paganos, que, sin haber tenido contacto directo con Jesús, experimentan la salvación que de Él procede. El hecho de no ir a la casa adquiere entonces todo su relieve. La presencia física de Jesús no es necesaria. La salvación de los paganos se realizará a través del mensaje.

La fe del pagano suscita la admiración de Jesús y da pie al contraste con la poca adhesión que encuentra en Israel -Jesús ve que su mensaje va a suscitar mejor respuesta entre los no judíos que entre los israelitas.

El banquete es símbolo del reino de Dios. La curación del criado del centurión va a mostrar que la salvación se extiende a los no judíos. Aparecen éstos en el reino en unión con los tres patriarcas, que presiden el banquete. Los paganos se incorporan al pueblo de Israel.

Los israelitas, que tenían derecho prioritario para entrar en el reino, por su falta de fe, es decir, por no reconocer en Jesús al «Dios entre nosotros» (1,23), serán excluidos del reino. «El llanto y el rechinar de dientes» es una figura usada por Mt para indicar la frustración definitiva (cf. 13,42). La fe en Jesús es condición necesaria y suficiente para ser ciudadanos del reino; se derriba la barrera entre Israel y los otros pueblos.

Jesús responde al centurión y su palabra tiene eficacia inmediata (13). En el contexto de la misión entre los paganos, Mt muestra la eficacia de la palabra/mensaje de Jesús para sacar al hombre de su estado sin esperanza.