Reflexiones Bíblicas

San Mateo 11,20-24

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

 

San Mateo 11,20-24

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: "¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti."

COMENTARIOS

Las palabras de Jesús contraponen la actitud de las ciudades paganas que reciben y aceptan el mensaje del reino, y el pueblo judío que lo rechaza. Los habitantes de Cafarnaún, Betsaida y Corozaín fueron testigos de muchas acciones milagrosas de Jesús que señalaban la cercanía del reinado de Dios. Sin embargo, no se abrieron a Él. Jesús se lamenta por semejante actitud. En cambio, aquellos pueblos paganos simbolizados por Tiro y Sidón sí comprendieron que los milagros realizados por el Señor eran signos evidentes de la llegada del reino. Ellos se abrieron al mensaje de salvación.

Es posible que algo parecido suceda entre nosotros. Formamos parte de familias tradicionalmente religiosas. Hemos sido bautizados de niños, y muchos hemos recibido otros sacramentos. Seguramente asistimos a actos religiosos con cierta frecuencia. Pensamos que ya estamos salvados y que no necesitamos signos que nos indiquen que el reino de Dios exige una conversión continua. Nadie tiene asegurada la salvación. En primer lugar, porque es un gracia, un don de Dios. Es decir, no depende de nuestros méritos. En segundo lugar, porque el reino de Dios es una fuerza que mantiene al creyente en continuo movimiento, en cambios permanentes, en actitud de conversión durante toda la vida. Este evangelio nos llama a superar la autosuficiencia religiosa que a veces nos engaña y confunde.