Reflexiones Bíblicas

San Mateo 18,1-5.10.12-14

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

 

San Mateo 18,1-5.10.12-14

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?" Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: "Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.

¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños."

COMENTARIOS

Hacerse como niños es estar dispuestos a humillarnos, a auto-imponernos un límite, evitando todo tipo de arrogancia. El más grande en el reino de Dios es quien se humille como un niño. Las enseñanzas de este discurso vienen ilustradas luego con una parábola: el pastor que sale a buscar la oveja perdida. Quizás en nuestras comunidades actuales vivamos una experiencia distinta de las primitivas en cuanto a la cantidad de personas. En las comunidades primitivas, como en las iglesias minoritarias actuales, las dificultades y problemas de los individuos, lo mismo que las deserciones, sí eran notables, Algunos dirigentes tenían quizás la delicadeza de ir a buscar a los alejados para convencerlos de regresar al seno de la comunidad; pero tal vez otros, no. La parábola, entonces, centra la atención en el individuo que se ha alejado, reflejando así el valor de la persona como tal y dejando en claro que cada uno tiene una gran importancia y valor propio delante del Padre. Nos invita a mantener una preocupación constante por quienes se alejan; a que ante una deserción no incurramos en lo de siempre: "le faltó perseverancia; se desanimó…" Habría que examinar si las ausencias están motivadas porque ya no es tan atractiva nuestra manera de vivir el Evangelio, o si nuestro testimonio de vida contradice lo que predicamos.

 

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