Reflexiones Bíblicas

San Mateo 18,21-19,1

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio: 

 

San Mateo 18,21-19,1

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo extrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."

Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

COMENTARIOS

Suele preocuparnos si Dios perdonará nuestras faltas, pero no si estamos dispuestos a perdonar a los demás. Perdonar no significa ignorar o pasar por alto las ofensas. El perdón sincero implíca el compromiso de superar los efectos de la ofensa. Hay quienes afirman "yo perdono, pero no olvido". Y llevan adentro la espina del odio y el resentimiento, porque se vieron "obligados" a perdonar, pero no dejan de "rumiar" la ofensa. El perdón no exige necesariamente el olvido, máxime cuando la ofensa deja huellas profundas en el ofendido. No es que haya que luchar por olvidar; el asunto es que una vez concedido el perdón, hay que lograr que el recuerdo de la ofensa o mala experiencia no nos cause dolor ni resentimiento; así se va logrando la sanación interior, que es, en definitiva, el efecto más bello del perdón.

 

.