Reflexiones Bíblicas

San Mateo 25,1-13

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio:  

San Mateo 25,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora."

COMENTARIOS

Participar en el banquete del reino y disfrutar de sus bienes implica el compromiso permanente de estar haciendo vida a cada momento la propuesta de Jesús, que no se puede quedar en teoría ni en meras intenciones piadosas.

En esta línea deberíamos examinar permanentemente nuestra experiencia cristiana actual, para establecer hasta dónde vivimos una falsa seguridad pensando que todo lo tenemos asegurado por el hecho de llamarnos cristianos. No podemos pensar que ya esté superado el concepto del retorno de Jesús; más bien hay que pensar que a cada momento Él viene a nosotros a través de su Palabra que escuchamos cada día, y que a cada instante Él nos está interpelando para que asumamos con verdadero empeño el compromiso de ser sus invitados. Además de su Palabra tenemos al respecto una realidad que interpela y cuestiona nuestra coherencia de vida: ¿de qué lado nos sentimos? ¿Del lado de las muchachas preparadas, o de las descuidadas? Tenemos que estar preparados, con nuestras lámparas bien encendidas de la Palabra de Dios, para irradiar con nuestra luz a la humanidad.

La invitación al banquete es abierta. Todos, sin excepción, hemos sido invitados; sin embargo, aunque esa invitación sea gratuita, la pertenencia definitiva debemos ganarla a punta de esfuerzo y compromiso.