Reflexiones Bíblicas

San Marcos 8,14-21

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio:  

 

San Marcos 8,14-21

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: "Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes." Ellos comentaban: "Lo dice porque no tenemos pan." Dándose cuenta, les dijo Jesús: "¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?" Ellos contestaron: "Doce." "¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?" Le respondieron: "Siete." Él les dijo: "¿Y no acabáis de entender?"

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Para muchas comunidades hoy es Martes de Carnaval. Vale la pena no olvidar a Dios en medio de la fiesta. O ¿es que no entendemos que también ahí puede estar Dios?

El único pan (símbolo de unidad) que hay en la barca, el que ha de compartirse y alimentar lo mismo a judíos que a paganos, es el mensaje de Jesús, el único necesario; pero a ellos no les basta, quieren combinarlo con su nacionalismo. De hecho, este único pan va con ellos, pero ni siquiera lo mencionan; no lo han cogido ellos ni han optado por él, sino por los otros.

Jesús les da un aviso, para que no se dejen llevar de esas ideas. La levadura se consideraba un principio corruptor del pan-doctrina (el término designaba también el pan fermentado); la levadura de los fariseos es su ideología mesiánica nacionalista: desean para Israel un Mesías poderoso, dominador de los otros pueblos (11); los herodianos (cf. 3,6; 12,13, mejor que «Herodes»), son los que, con tal de obtener la supremacía de Israel, aceptan a un rey ilegítimo, no querido por Dios (6,21): ambas ideologías corrompen el mensaje.

Los discípulos tienen otra preocupación y no prestan atención a la advertencia de Jesús. Discuten sobre la falta de panes, sin hacer caso del pan que tienen; para ellos, ese pan no es suficiente alimento: no les basta el mensaje del servicio y la solidaridad con todos.

Jesús se da cuenta y se exaspera. Les reprocha su falta de reflexión. Por tener la mente fija en los ideales del judaísmo, son incapaces de razonar. Siguen sordos, obcecados. El nuevo Israel continúa en la incomprensión del antiguo.

Intentando hacerles comprender, Jesús no les recuerda discursos o palabras suyas, sino una experiencia de la que han sido testigos, los dos repartos de panes: les pregunta por el número de cestos recogidos a partir de una cantidad mínima en relación con tan gran multitud, subrayando así el contraste entre la escasez del comienzo y la abundancia del final; quiere que caigan en la cuenta de la potencialidad del único panmensaje que poseen: con él lo tienen todo. Con el compartir (partí) les ha dado la clave de la abundancia. No necesitan más que repetir su gesto. No hacen falta otros panes.

La pregunta final transparenta la profunda decepción de Jesús (¿No acabáis de entender?).