Reflexiones Bíblicas

Domingo IV de Pascua, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Hechos 4,8-12: 1ª Juan 3,1-2: Juan 10,11-18:

HECHOS. En esta lectura encontramos un punto fundamental de la fe cristiana, constitutivo del núcleo del anuncio apostólico: Jesús es el único que puede salvar.

Los jerarcas judíos hicieron, en nombre de Dios, algo verdadera y gravemente contrario a sus designios. Acusaron a Jesús de blasfemo, y en defensa de la ley divina lo condenaron a muerte. Pero la resurrección de Jesús pone de manifiesto no sólo el error en que estaban, sino también la culpa de su acto.

A estas autoridades se las compara con los arquitectos; pues, como ellos, dirigen la buena edificación del pueblo de Dios. No han sido capaces de reconocer el verdadero cimiento, el auténtico arranque de una buena construcción, su "piedra angular". No han sabido reconocer a aquél a quien Dios había puesto como camino de salvación, y han pretendido eliminarlo con su torpe y pecaminoso proceder.

Y Dios resucitó a Jesús manifestando, y de ello son testigos los apóstoles -toda la Iglesia-, que aquel muerto que ahora vive es el salvador de todos los hombres.

EVANGELIO. La relación pastor-ovejas ha tenido un lado bucólico. Pero en realidad, la cosa no lo es tanto. Porque el imaginario pastor, que vive del rebaño y es de distinta condición y estado que sus ovejas, acaba por imponer su ley. Los "animales de corral" son cuidados y apacentados por sus dueños, pero también son explotados por ellos.

Jesús es el extraño pastor que nunca se lucra del rebaño. En la base de la entrega a su cometido están estos dos elementos: la renuncia a todo tipo de lucro y dominación y la certeza de que las entregas nunca se pierden. En ese sentido hay que decir que la entrega no es una realidad privativa de la persona religiosa, sino que es una manera de vivir que afecta a todos. Celebrar la Pascua es celebrar todas las entregas sobre las que se asienta lo más esperanzador de la historia. Esta visión fraterna y entregada a la comunidad es un "mandato" para el creyente. No se trata de una actuación más o menos virtuosa sino de un componente de la existencia cristiana.

La comunidad, la humana y la eclesial, a causa de su debilidad, siempre estará necesitada de personas que, le sirvan y le ayuden. Lo que ya no está tan claro es que necesite jefes que le manden y la dominen, suplantándola a cada momento en el intocable componente de decidir con libertad.

Ya la antigua profecía decía que había que tener cuidado con los pastores porque tienden a apacentarse a sí mismos (Ez 34,2). Esa tendencia es contagiosa. Por eso, la Pascua de Jesús es una llamada al servicio más directo, abandonando toda actitud de pastoreo, de dominio.