Reflexiones Bíblicas

I Domingo de Cuaresma, Ciclo A

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS 

Génesis 2,7-9; 3,1-7

El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.

La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: "¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?" La mujer respondió a la serpiente: "Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte."" La serpiente replicó a la mujer: "No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal."

La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó el fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

Salmo responsorial: 50

Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa, / lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa, / tengo siempre presente mi pecado: / contra ti, contra ti solo pequé, / cometí la maldad que aborreces. R.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme; / no me arrojes lejos de tu rostro, / no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, / afiánzame con espíritu generoso. / Señor, me abrirás los labios, / y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Romanos 5,12-19

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por que todos pecaron.

[Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, acabó en sentencia condenatoria, mientras la gracia, a partir de una multitud de delitos, acaba en sentencia absolutoria.]

Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convertieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.

Mateo 4,1-11

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes." Pero él le contestó, diciendo: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.""

Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras."" Jesús le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios.""

Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: "Todo esto te daré, si te postras y me adoras." Entonces le dijo Jesús: "Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.""

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

COMENTARIOS

GÉNESIS. En el relato del Génesis se nos cuenta una historia. La tentación, el engaño, trajo la caída y, con ella, se introdujo el mal en la historia. Con eso no queda dicho todo. Falta lo principal. La ternura de Dios que, primero, prepara el mundo para que el ser humano tenga un hábitat magnífico; luego "crea" al hombre y le da una compañera de su mismo rango, "sopla" en sus rostros el aliento de la vida, les da la libertad para dominarlo todo, poner nombre a los demás seres y les hace capaces de perpetuarse. Dios no "programa" al ser humano como están programados los animales que se rigen por su instinto. El ser humano es superior. Dios le otorga la posibilidad de parecerse a Él ofreciendo gratuitamente su respeto y veneración y la ofrenda de todo su ser. Vida sin fin, libertad para elegir y crecer en el amor, posibilidades de todo tipo…

El texto de hoy no está propuesto para restregarnos y anclarnos en la caída y sus consecuencias. Está escogido para presentar la "salida" a ese tropezón de la desobediencia del hombre. Porque ese pecado no quedó ahí sin solución. La tentación es fuerte pero es vencible. La naturaleza humana es débil pero tiene una enorme capacidad de superación.

MATEO. Después de su Bautismo Jesús es movido por el Espíritu que ha recibido a retirarse al desierto y allí se ha dado el primer acto de una lucha sin cuartel, que, entre otras cosas, no terminará ahí, serán muchos los momentos en que Jesús sentirá la voz de la tentación, en el Huerto de los Olivos y en la misma cruz, pero al final como siempre, en la vida de Jesús, será su confianza en el Padre y la palabra de Dios la que le ayudarán a hacer la elección.

La expresión tradicional cristiana la expresa Pablo en estas palabras: "Como por un ser humano entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte, así también por un ser humano, Jesús, entro la posibilidad de la vida, de la salvación".

Recordar esta historia de la caída al iniciar este período de Cuaresma es para nosotros un pequeño proyecto de vida para este tiempo: los cristianos y cristianas somos colocados por la liturgia en el mismo plano del "primer hombre" y de la "primera mujer" y en el mismo plano de Jesús; nos tocará a cada uno decidir cuál de los dos comportamientos vamos a imitar.

Hoy día, sin embargo, no podemos hablar responsablemente sobre el «pecado original» sin hacer salvedades. Tal caída, en primer lugar, no es un hecho histórico, aunque así fue tomado durante más de dos milenios. Nosotros hoy sólo podemos tomarla simbólicamente, como un bello mito que ha sido para muchas generaciones la forma de expresar una limitación "original" ("de fábrica") con la que viene el ser humano, una forma –si se quiere- de intentar explicar el misterio del mal. Pero de ninguna manera podemos aceptar hoy la negatividad que este «mito», mal entendido, ha vertido sobre la naturaleza y el mundo. Cierta tradición cristiana ha pensado que debido al pecado original la naturaleza ha quedado corrompida, y es mala, sobre todo mala consejera, y que debemos estar en guardia frente a ella, desconfiar de ella e incluso dominarla y despreciarla.