Reflexiones Bíblicas

Domingo XVI del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Jeremías 23, 1-6 Efesios 2, 13-18 Marcos 6, 30-34

EFESIOS. Este pasaje de Efesios refleja magníficamente el universalismo salvífico que S. Pablo subrayo con tanta fuerza y pasión en sus cartas.

Cristo aparece como instrumento mediante el cual se ha instituido el universalismo salvífico. Pero, en relación con este aspecto, la referencia a Cristo se concreta en indicaciones que contemplan más precisamente su muerte salvadora; el texto habla también de la reconciliación de los pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo, mediante la cruz.

Nuestra fe en Cristo, en el texto que leeremos, nos impulsa a la superación de separaciones y divisiones. Nuestra fe nos impulsa a la cercanía de los que estamos alejados, de derribar muros, de hacer las paces, de reconciliaciones con todos los pueblos, de unión en un solo cuerpo, de dar la muerte al odio, de traer la noticia de la paz a los de cerca y a los de lejos.

Cristo es de todos y para todos. No es exclusivo de un sector religioso. Tenemos un mismo Padre, un mismo Espíritu. Cristo es nuestra Paz; todos encontramos en Él un huequecillo.

MARCOS. El texto de hoy nos informa con marcada intencionalidad pastoral, que durante la actividad pública Jesús tuvo dos clases de "seguidores".

Por una parte se encuentran los discípulos, que están con Jesús, comparten su estilo de vida e incluso participan de su misión. Jesús muestra especial predilección por este grupo de discípulos y tiene con ellos gestos humanos de especial ternura. Después de conocer lo que habían hecho y enseñado, desea compartir con ellos un tiempo de intimidad y descanso, aunque no le resulta posible hacerlo porque las circunstancias se le tuercen y aparecen otros ponderables, que no está dispuesto a desaprovechar.

Por otra parte esta la gente, el pueblo indiferenciado que va y viene, corre y se apretuja en el intento un tanto desmesurado de ver actuar a Jesús. A todos ellos les importa mucho más lo que hace y dice el nazareno que el respeto a su persona y a la de sus allegados. Por eso, incansables al desaliento, ni siquiera le dejan comer con los suyos, no considerando para nada el merecido descanso. Al final consiguen su objetivo y se encuentran cara a cara con Jesús, que en lugar de reprocharles su conducta, se llena de compasión ante ellos, ya que se comportan como ovejas sin pastor.

Jesús es consciente de que los integrantes de esa muchedumbre, un tanto despistada, buscan su identidad, el logro de la existencia y, haciendo de la misericordia el principio de su actuación, no le queda más remedio que, fiel a los designios divinos, atender a sus expectativas y procurar encauzarlas debidamente. Por eso, no pierde la ocasión propicia y se puso a ensenarles con calma.