Reflexiones Bíblicas

Domingo de Resurrección

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS 

Hechos de los Apóstoles 10, 34-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Natzaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no ha todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados".

Salmo responsorial: 117

R/Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Dad gracias al Señor, porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: / Eterna es su misericordia. R.

La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es excelsa. / No he de morir, viviré / para contar las hazañas del Señor. R.

La piedra que desecharon los arquitectos, / es ahora la piedra angular. / Es el Señor quien lo ha hecho, / ha sido un milagro patente. R.

Colosenses 3, 1-4

Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y nuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

COMENTARIOS

COLOSENSES. La fe cristiana no consiste sólo en creer en la existencia de Dios: se hace más específica al creer en el Dios que resucitó a Jesús, confirmando así que tiene poder para poner vida donde hay muerte.

La consecuencia de esta fe en el poder de Dios lleva a "buscar los bienes de arriba", frase que prepara las normas éticas que el autor de Colosenses ofrecerá a continuación. El autor de Colosenses no invita tanto a "desear" o "trabajar" por obtener unos bienes particulares, cuanto a reconocer los bienes, la vida, la gracia que, en palabras de san Ignacio, "descienden de arriba".

A pesar de que la ética cristiana de Colosenses pueda reunir elementos convencionales presentes en otras éticas no cristianas (actitudes que faciliten la vida comunitaria y ordenen la vida familiar), hay en estas normas una vocación de "límite", de ir más allá de lo humanamente exigible y esperable,por ejemplo: perdonar "como el Señor nos perdonó", de abrir la vida concreta, sin huir de ella, a la nueva creación que se ha iniciado, no concluido, con la resurrección de Cristo.

Nuestra vida concreta no está confinada dentro de los límites de este mundo, sino abierta hacia "arriba", pues Cristo está "sentado a la derecha de Dios", en quien nuestra vida "está escondida"; y hacia delante: la esperanza del futuro "cuando aparezca Cristo".

EVANGELIO. El Cuarto Evangelio mantiene que la primera aparición del Resucitado fue para María de Magdala. Pero el evangelista también sabe que en su época el parecer de la mujer, devaluado secularmente en la cultura patriarcal, no tenía apenas fuerza probatoria. Por eso, antes de presentar la aparición a la Magdalena, ofrece el testimonio acerca de la Resurrección de dos de los miembros más destacados del cristianismo: el primero, que aparece en la narración que nos ocupa, representa a la gran Iglesia, el segundo a la comunidad donde se escribió el evangelio.

Según Dt 19,15, únicamente la declaración de dos o tres testigos, por supuesto del sexo masculino, era digna de crédito y podía decidir una causa trascendente con plena fiabilidad. Pedro y el Discípulo Amado se acreditan como esos dos testigos cualificados en favor de la tumba vacía, la premisa insoslayable para conseguir la proclamación de la Resurrección de Jesús con garantías de verdad.

Dejémonos empapar por lo que hemos proclamado con gozo: "Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo". Pascua, día de Dios, por excelencia, de Dios con nosotros. Por eso lo llamamos "domingo", día del Señor. A este "domingo de pascua", hacen eco y actualizan los demás domingos del año. Es el día en que actuó el Señor. Por eso, cada domingo es bastante más que un precepto, día en que Dios se manifiesta raíz y fundamento de nuestra alegría y gozo. Raíz permanente de una alegría y un gozo sin eclipses.