Reflexiones Bíblicas

Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

 

Hechos 12,1-11

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: "Date prisa, levántate." Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: "Ponte el cinturón y las sandalias." Obedeció, y el ángel le dijo: "Échate el manto y sígueme." Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos."

Salmo responsorial: 33

El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege. / Gustad y ved qué bueno es el Señor, / dichoso el que se acoge a él. R.

2Timoteo 4,6-8.17-18

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Mateo 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."

COMENTARIOS

HECHOS. Tiempo atrás había sido lapidado Esteban; ahora, Santiago, y próximamente Pedro. De menor a mayor los dirigentes de la aún frágil comunidad de Jerusalén van cayendo ante el regocijo del pueblo y la satisfacción de sus autoridades. Así las cosas, todo parece abocado al desastre.

Pero los acontecimientos dan un giro radical. Lucas, en su relato, lo hace depender de un hecho importante: "Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él". Parece como si el evangelista sintiera que la suerte de la Iglesia estuviera íntimamente vinculada a la del apóstol. Y con una sola voz toda la comunidad se dirige a Dios en oración para pedir por Pedro. La fragilidad de la Iglesia se convierte ahora en voz poderosa ante el Señor, el único que rige los destinos y puede librar a sus siervos en cualquier circunstancia.

En las duras persecuciones que le esperan, la Iglesia, como Pedro, saldrá adelante, según los planes de Dios; ninguna vida será desatendida por el Padre, muchas se entregarán como testimonio ("martirio"), pero, unida en la oración, la Iglesia irá creciendo y consolidándose.

EVANGELIO. Muchas veces hemos dicho que la Iglesia estaba fundada sobre "la roca de Pedro". Eso nos ha dado seguridad y de ahí hemos derivado la supremacía de nuestra religión católica.

Sin embargo, la Iglesia se ha sentido segura y fuerte en el poder, en la influencia, en los bienes acumulados, en el dinero, en los derechos logrados, en las costumbres que la favorecen. En esa fuerza, ciertamente, no habrá de confiar la comunidad de Jesús; y si lo ha hecho en épocas pasadas, y aún lo sigue haciendo, se le invita desde el evangelio a buscar otros caminos, los caminos de la adhesión y la confianza en Jesús.

Verse frágil habría de hacer a la Iglesia humilde, lo más alejada posible de la fuerza que persiguen las instituciones. Verse sostenida por Jesús habría de llevarle a una confianza creciente.

Cuando la Iglesia se ha creído "fuerte" ha llegado a avasallar a las personas, a someter imperios, a empoderarse sin recato. Eso le ha alejado del camino evangélico. En épocas de "debilidad" se ha vuelto al Mensaje con más sed, a Jesús con más deseo.

Nos haría mucho bien alejarnos de la fuerza de la institución que nos hace creer que somos fuertes cuando, en realidad, la debilidad de la fe se instala en el corazón; tendríamos que aumentar la confianza al celebrar la fe de quienes confiaron en Él, los apóstoles.