Reflexiones Bíblicas

XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Isaías 56,1.6-7

Así dice el Señor: "Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos."

Salmo responsorial: 66

R/Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, / ilumine su rostro sobre nosotros; / conozca la tierra tus caminos, / todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, / porque riges el mundo con justicia, / riges los pueblos con rectitud / y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, / que todos los pueblos te alaben. / Que Dios nos bendiga; que le teman / hasta los confines del orbe. R.

Romanos 11,13-15.29-32

Hermanos: Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.

Mateo 15,21-28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo." Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando." Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel." Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme." Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos." Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.

COMENTARIOS

ISAÍAS. El profeta anuncia, en la más genuina tradición de sus predecesores, que lo que Dios busca en su pueblo es un cumplimiento muy concreto: Guardad el derecho, practicad la justicia. Cuando se viva así llegará la salvación tantas veces prometida.

Pero el profeta va más allá en sus anuncios. Y pronuncia, en nombre de Dios, unas palabras que resultarían chocantes en los oídos de sus conciudadanos: también Dios abre sus brazos a los extranjeros. Judíos y gentiles van a ser tratados del mismo modo. También los otros pueblos son llamados a servir al Señor, a amar su nombre, a ser sus fieles, a regirse conforme a su ley y participar de su alianza con Israel. "Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración". Son unas palabras de acogida que contrastan con la práctica que en esos momentos se estaba llevando en el pueblo.

El templo es el lugar sagrado donde se hace patente de un modo más especial la presencia de Dios; al templo sólo pueden acceder los que Dios acepta en su presencia, es decir, sus elegidos: el pueblo de Israel. Los demás deben permanecer a cierta distancia. Pero el profeta proclama que el Señor acogerá a cualquiera que se acerque para buscarlo sinceramente; que aceptará sus dones; que su casa se convertirá para todos en casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.

EVANGELIO. Es llamativo el texto evangélico de hoy en el que Jesús, aparentemente, no está muy dispuesto a realizar una curación sólo porque la beneficiaria es una mujer extranjera. La mentalidad xenófoba -diríamos hoy- en la Biblia está presente en muchos textos. Israel se siente el pueblo elegido por Dios, en detrimento de los demás pueblos a los que el Señor querría menos. Esta ocasión da pie a Jesús para mostrar a los suyos que Dios no hace acepción de personas, o de pueblos; sólo la fe de cada uno es la llave para abrir la misericordia divina.

Jesús no sólo alaba la gran fe de esta mujer, también se deja conmover y hasta enseñar por ella. Ésta quiere tanto a su hija, atormentada por el diablo, que no se arredra ante las dificultades; más bien, supera todos los obstáculos y, al final, logra su objetivo: la curación de la persona que más ama en este mundo. Llevada de un gran amor, sabe responder de manera exacta y pertinente a las palabras, un tanto duras de Jesús. Al menos así parecen sonar, al escucharlas por primera vez.

Esta mujer fuerte supo poner en juego todas sus artes persuasivas y expresar una encendida fe para ganarse al Mesías de Israel, al Hijo de David. Conquistó su corazón como casi nadie. Efectivamente, muy pocas personas le impresionaron tanto durante su actividad pública como esta cananea fuerte de voluntad y querer que, haciendo de la necesidad su mayor virtud, consiguió sus propósitos al final: que su hija fuera sanada de forma plena por Jesús de Nazaret, a quien "le ungió Dios con Espíritu Santo y poder; y así pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el demonio, porque Dios estaba con él" (Hch 10,38).