Reflexiones Bíblicas

XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Jeremías 20,7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: "Violencia", proclamando: "Destrucción". La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: "No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre"; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.

Salmo responsorial: 62

R/Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti; / mi carne tiene ansia de ti, / como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario / viendo tu fuerza y tu gloria! / Tu gracia vale más que la vida, / te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré / y alzaré las manos invocándote. / Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio, / y a la sombra de tus alas canto con júbilo; / mi alma está unida a ti, / y tu diestra me sostiene. R.

Romanos 12,1-2

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino trasformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Mateo 16,21-27

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte." Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios." Entonces dijo a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta."

COMENTARIOS

JEREMÍAS. En el texto que hoy leemos, Jeremías se dirige a Dios echándole en cara que le ha engañado. En su vocación, en la llamada que sintió a profetizar en nombre de Dios, creyó que se encontraría con una buena acogida del pueblo, pues le hablaba en nombre de su propio Dios. Pero no fue así. Se reciben muy bien las palabras venturosas que vienen de Dios, pero cuando son de dura crítica, como eran las de Jeremías, hasta los oídos de los más devotos se vuelven duros. La reacción del pueblo, incluso de los más cercanos (hasta su familia, nos dice el profeta) se torna agresiva.

Jeremías se siente solo, perseguido y abandonado de Dios. De aquel Dios que le metió en esta empresa y que ahora no da la cara por él. Frente a Jeremías otros profetas pronuncian bellos oráculos de bendición sobre el rey y sobre el pueblo. Pero a él le ha encargado el Señor hablar de "violencia" y de "destrucción". Con un mensaje así, ¿quién quiere escucharle? Es mejor apartarlo de la vista, despreciarlo: Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí.

Pero quien de verdad percibe la voz de Dios no podrá acallarla en su corazón. Por mucho que le incomode y por más persecuciones que le atraiga terminará venciendo todas las resistencias. El profeta se resiste a Dios, pero la palabra divina que habita en él se resiste también a no salir y termina rompiendo las negativas del profeta.

EVANGELIO. Hoy, más que nunca, es necesario volver al auténtico Evangelio. Y éste último es el caso de una frase de Jesús: "El que quiera ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga".

Negarse a sí mismo es una expresión oriental que significa sencillamente "vivir de cara a los demás, vivir para los otros, no ser egoísta".

La segunda condición para ser cristiano es "cargar con la cruz". Jesús aconseja cargar con ella cuando la coloquen sobre nuestros hombros quienes, al vernos vivir de cara a los demás, nos traten de tontos y se rían de nosotros, intentando acabar con nuestro estilo de vida.

Negarse a sí mismo y cargar con la cruz es necesario para seguir" a Jesús. Pero Jesús no dice que lo imitemos, sino que lo sigamos. Que cada uno encuentre su modo de ser y vivir de cara a los demás y así lo siga hasta la muerte, con la convicción, basada en la fe, de que el final no es la cruz, sino la resurrección, la vida , la alegría definitiva.

Al hacer del cristianismo la Religión de la cruz, entendida como término y no como tránsito, hemos hecho de él una religión para gente triste, recelosa y masoquista. Una religión para los aguafiestas de la vida.