Reflexiones Bíblicas

Fiesta. Exaltacion de la Santa Cruz

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Números 21,4b-9

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo." El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo responsorial: 77

R/No olvidéis las acciones del Señor.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, / inclinad el oído a las palabras de mi boca: / que voy a abrir mi boca a las sentencias, / para que broten los enigmas del pasado. R.

Cuando los hacía morir, lo buscaban, / y madrugaban para volverse hacia Dios; / se acordaban de que Dios era su roca, / el Dios Altísimo su redentor. R.

Lo adulaban con sus bocas, / pero sus lenguas mentían: / su corazón no era sincero con él, / ni eran fieles a su alianza. R.

Él, en cambio, sentía lástima, / perdonaba la culpa y no los destruía: / una y otra vez reprimió su cólera, / y no despertaba todo su furor. R.

Juan 3,13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."

COMENTARIOS

NÚMEROS. El relato del libro de los Números sigue el esquema de los relatos de murmuración: pecado del pueblo, castigo de Dios, arrepentimiento del pueblo, intercesión de Moisés y don salvador de Dios.

El pecado se expresa en el desprecio del don de Dios. Los israelitas piensan que los ha sacado al desierto con intenciones homicidas.

El castigo aparece en forma de plaga de serpientes venenosas que provoca la muerte de muchos israelitas. (v 6). El camino se endurece aún más.

El pueblo confiesa su verdadero pecado, haber hablado contra Dios y contra Moisés, dudar de su bondad y del don de su salvación. Recurren al intercesor Moisés, para que Dios vuelva a manifestar su poder y salvaguardar la vida del pueblo en el desierto. Yahvé es el único que puede mantener la vida en el desierto.

La salvación viene de manos de Dios, por medio de un signo sacral: la serpiente de bronce alzada en el estandarte. La curación viene de Dios, no de la serpiente. La serpiente es vista en el Nuevo Testamento como figura de la salvación que viene por Cristo alzado en la Cruz. La comparación no es Cristo y la serpiente, sino el levantamiento de ambos.

El relato acaba con la comprobación de la eficacia del don de Dios. Las consecuencias del pecado, las serpientes, no desaparecen. La salvación no llega por la desaparición mágica del pecado, sino por la nueva relación y confianza en el salvador, mirar la serpiente, mirar al que traspasaron.

EVANGELIO. Dios no quiso directamente la muerte de Jesús porque es un Dios vivo y sus designios son la vida y el amor, pero sí quiso la fidelidad de Jesús; y esa fidelidad (amar hasta el extremo Jn 13, 1) podría llevarlo a la muerte en la cruz. Esta verdad queda bien clara y manifiesta en el diálogo que nos pinta el evangelista san Juan. Nuestro Padre Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, acoge, acepta y recibe la muerte en la cruz de su Hijo como expresión suprema del amor que Él mismo tiene a la humanidad entera. Desde ese momento, la cruz, símbolo de tortura, patíbulo y vergüenza de la humanidad, se convierte en señal de la vida eterna.

El Dios que nos salva, nos salva de nuestro egoísmo insolidario, de buscar nuestro propio "bienestar" a costa del "malestar" de los demás. Nuestro Dios es el Dios que ama la vida y quiere que todos vivamos una vida en plenitud. La cruz se ha convertido en símbolo de vida, en símbolo de amor total, en símbolo de gloria, porque al que muere en la cruz se le ha concedido, como dice San Pablo, el "Nombre-sobre-todo-nombre". Se humilló, se abajó, se anonadó, pasó como uno de tantos, haciéndose esclavo de todos, aceptó la muerte, y una muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó.

La cruz, la ignominia, lo negativo se ha convertido en señal de luz y de vida. De la muerte nace la vida, del mal nace el bien, de lo negativo nace lo positivo, de lo que a nosotros nos parecen males, Dios saca bienes. Demos gracias a Dios que nos ama tanto que podemos convertir lo negativo en positivo.