Reflexiones Bíblicas

Memoria. Nuestra Señora de los Dolores

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Hebreos 5, 7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Salmo responsorial: 30

R/Sálvame, Señor, por tu misericordia

A ti, Señor, me acojo: / no quede yo nunca defraudado; / tú, que eres justo, ponme a salvo, / inclina tu oído hacia mí. R.

Ven aprisa a librarme, / sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.

Sácame de la red que me han tendido, / porque tú eres mi amparo. / A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. R.

Pero yo confío en ti, Señor, / te digo: "Tú eres mi Dios." / En tus manos están mis azares: / líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Qué bondad tan grande, Señor, / reservas para tus fieles, / y concedes a los que a ti se acogen / a la vista de todos. R.

Juan 19,25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

COMENTARIOS

María ha sido reconocida por la tradición eclesial como "cooperadora" en el proyecto de salvación de Dios. Su función no es meramente pasiva como alguna tendencia mariológica ha querido subrayarlo. Al contrario, la participación de María es plenamente activa: desde el sí al llamado de Dios en Nazaret hasta su presencia solidaria al pie de la cruz de Jesús. Aunque sea una construcción de la comunidad joánica o del redactor final del cuarto evangelio, podemos imaginar la escena: Jesús, colgando de la cruz totalmente destrozado, objeto de burlas y de torturas por parte de sus verdugos; María y el discípulo fiel, junto a él, desafiando a sus enemigos, compartiendo el sufrimiento. Así, muchas madres en el mundo entero reviven este cuadro de viernes santo: sus hijos, masacrados por las guerras, torturados, desaparecidos, crucificados por la injusticia humana; y ellas, siempre fieles, leales, fuertes hasta el final. Brindemos un homenaje sentido a todas las madres que acompañan a sus hijos en todas las circunstancias de la vida; reconozcamos a las mujeres de nuestra comunidad que sufren en sus corazones por la situación de sus hogares. Valoremos el aporte de la mujer en la transformación de la sociedad y de la Iglesia.