Reflexiones Bíblicas

Fiesta. San Esteban, Protomartir

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Hechos 6,8-10;7,54-60

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró.

Salmo responsorial: 30

R/A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. / Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. / Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen; / haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. R.

Mateo 10,17-22

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará."

COMENTARIOS 

    Mantenerse fiel hasta el fin es la consigna que Cristo nos pide hoy. ¿La recompensa? ¡La salvación! Ayer celebrábamos el nacimiento de nuestro Rey; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado Esteban. Cristo nos advierte que ser sus seguidores no es un camino fácil. ¿Cuántas veces se han reído de nosotros por ser cristianos, en el trabajo o colegio, los vecinos o amigos, e incluso en nuestras propias familias? Esa es la persecución, y muchas otras, que nos advierte Cristo con el fin de que tengamos esperanza y fuerzas para mantenernos firmes con la ayuda del Espíritu, quien hablará por nosotros. ¡Qué maravilloso es ser instrumentos de Dios para su mensaje!, ¿verdad?

    El Hijo de Dios tomó nuestra naturaleza humana para ennoblecerla, purificarla y divinizarla; para que nosotros fuéramos hijos de Dios, y lo somos por la Gracia, si la vivimos imitando, reproduciendo en nosotros las virtudes de Jesús: su amor al Padre, su celo por la salvación de las almas, su obediencia, su humildad, su pobreza, su santidad para, en definitiva, construir su reino.

    Pensemos, en tanto, en estas palabras que nos dice san Agustín: "Tú, siendo hombre, quisiste ser Dios, para tu perdición. El, siendo Dios, quiso ser hombre, para tu salvación".