Reflexiones Bíblicas

II Domingo despues de Navidad

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Eclesiástico 24,1-4.12-16

La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría. En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría. «Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra. Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.

He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad. Como cedro me he elevado en el Líbano, como ciprés en el monte del Hermón. Como palmera me he elevado en Engadí, como plantel de rosas en Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano me he elevado. Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado buen olor, como gálbano y ónice y estacte, como nube de incienso en la Tienda. Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.

Efesios 1,3-6.15-18:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado.

Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos.

Juan 1,1-18:

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

COMENTARIOS
EFESIOS. La alabanza a Dios Padre se torna en bendición a Dios. "Decir bien" de Dios, hablar bien de Él, porque Él nos bendijo desde siempre.
El motivo de la alabanza es la iniciativa propia de Dios en Cristo, gratuita y previa a todo merecimiento. Ni Dios ni el hombre pueden desdecirse porque la relación por amor es constitutiva de su esencia.
El proyecto es llegar a ser hijos en el Hijo. En todo el proceso Cristo es el punto central, como lo ponen de manifiesto las reiteradas expresiones: «Nos bendijo en Cristo...» (v 3), «en Él», (v 4), «por medio de Jesucristo» (v 5), «en el Amado» (v 6) etc.
La alabanza se torna acción de gracias por la obra de Dios en la iglesia concreta de Éfeso y, a la vez, en petición de reconocimiento de la grandeza de esta vocación; un reconocimiento que no se alcanza desde el entendimiento sino desde «los ojos del corazón» y el espíritu de revelación.
 
EVANGELIO. El prólogo del evangelio de Juan es la profesión de fe de la comunidad de Juan.
Cinco peldaños van acercando "la Palabra" a nuestra vida: a) la Palabra crea; b) su vida es la luz del hombre; c) testimonio de Juan Bautista: él no es la luz, sino testigo de la luz; d) venida del Verbo al mundo: en el mundo estaba, el mundo no la conoció, los suyos no la recibieron; e) quienes la recibieron con fe tuvieron capacidad de ser hijos de Dios.
Lo realmente nuevo es que Dios, queriendo revelarse como vida para los hombres, ha aparecido entre los hombres, haciéndose uno de ellos, solidarizándose con su destino, y esta presencia se llama Jesús de Nazaret, que se define a sí mismo como luz, verdad, camino, vida, resurrección. La carne de Jesús es el lugar donde se localiza la Gloria de la presencia de Dios en la tierra. Es el nuevo Templo (Jn 2, 19-22), el nuevo lugar de adoración (Jn 4,23).
Después de diez días de celebración el prólogo de san Juan nos presenta la síntesis del misterio de la Navidad: Este niño es revelación de Dios.
La Palabra eterna de Dios que estaba junto á él, se hizo carne, se hizo palabras, para que a través de la gramática humana que nosotros entendemos, conozcamos las palabras de Dios y sobre Dios.
Y la Palabra se hizo carne de pobre para que aprendamos que pobres y derrotados, marginados y débiles son los compañeros en el camino de Dios.
El ser humano es el cielo que baja y la tierra que sube desde los primeros pasos de la conciencia. La encarnación es el punto de encuentro en el que escuchamos la llamada de Dios a hacer un mundo de hijos y el destino de todo ser humano a construirse como hermano. La encarnación nos descubre que nuestro destino es hacernos hijos. Somos fibra de amor, fibra de Dios. Ésta es nuestra dignidad, y ésta, la razón de acción de gracias.