Reflexiones Bíblicas

IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Deuteronomio 18,15-20

Moisés habló al pueblo, diciendo: "Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir." El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá."

Salmo responsorial: 94

R/Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."

Venid, aclamemos al Señor, / demos vítores a la Roca que nos salva; / entremos a su presencia dándole gracias, / aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra, / bendiciendo al Señor, creador nuestro. / Porque él es nuestro Dios, / y nosotros su pueblo, / el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz: / "No endurezcáis el corazón como en Meribá, / como el día de Masá en el desierto; / cuando vuestros padres me pusieron a prueba / y me tentaron, aunque habían visto mis obras." R.

1Corintios 7,32-35

Hermanos: Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Marcos 1,21-28

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le increpó: "Cállate y sal de él." El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen." Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

COMENTARIOS

DEUTERONOMIO. Dios no actúa directamente sino a través de los intermediarios. Todo el capítulo del que procede nuestra lectura está dedicado a las diversas figuras que hacen de intermediarios: reyes, jueces, sacerdotes…

Los profetas son los personajes que Dios mismo se elige libremente. Dos notas caracterizan al profeta: la libertad de Dios en su elección, y la cercanía al pueblo ("de en medio de ti, de entre tus hermanos").

La presencia espontánea del espíritu de Dios a través de sus intermediarios va a suponer en la práctica una gran ambigüedad a la hora de reconocer esa mediación, y además la hace muy susceptible de ser manipulada. En la segunda parte de nuestro texto, una vez formulada la importancia, el valor y la autoridad de los profetas, el Deuteronomio tiene en cuenta los riesgos del oficio profético.

El primero apunta a la tensión necesaria para estar atentos a la voz de Dios que puede surgir detrás de lo inesperado. El segundo apunta hacia la tentación de la manipulación de Dios, haciendo pasar por divino lo que no lo es. Ambas amenazas están colocadas en paralelo pero la que acompaña a la segunda indica que ésta es especialmente grave. En el fondo se trata de la gran tentación: la idolatría.

MARCOS. Comienza Jesús su actividad tomando contacto con los israelitas integrados en la institución religiosa (sinagoga), que aceptan la doctrina oficial, nacionalista y particularista, transmitida por los letrados.

En la enseñanza de Jesús perciben los oyentes la fuerza del Espíritu; la reacción es favorable, pues reconocen en Él la autoridad de un profeta, que, como consecuencia, provoca el desprestigio de la enseñanza habitual de los letrados.

Entre los fieles de la sinagoga hay, sin embargo, quien se identifica de manera tan fanática con la enseñanza de los letrados, que no tolera que la autoridad doctrinal de éstos se ponga en entredicho. Para señalar el fanatismo usa Mc la expresión estar poseído por un espíritu inmundo (en oposición a «Espíritu Santo»); esta fuerza que despersonaliza al hombre e impide todo espíritu crítico es, en concreto, una ideología contraria al plan de Dios, aquí, la propuesta por la institución religiosa, que fomenta la idea de la superioridad de Israel y el consiguiente desprecio de los demás pueblos; el poseído es un hombre enteramente alienado por la adhesión fanática a esa ideología y sale en defensa de los letrados/institución.

Reprocha a Jesús que no se ponga de parte de la institución y no abrace sus ideales; tienta a Jesús para que ponga su autoridad al servicio del sistema, aceptando el papel de Mesías nacionalista. Jesús lo corta en seco y, a pesar de su resistencia, lo libera de su fanatismo, es decir, logra convencerlo de lo erróneo de su postura. Jesús no acepta el papel de mesías nacionalista.