Reflexiones Bíblicas

V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Job 7,1-4.6-7

Habló Job diciendo: "El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero. Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.

Salmo responsorial: 146

R/Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Alabad al Señor, que la música es buena; / nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. / El Señor reconstruye Jerusalén, / reúne a los deportados de Israel. R.

Él sana los corazones destrozados, / venda sus heridas. / Cuenta el número de las estrellas, / a cada una la llama por su nombre. R.

Nuestro Señor es grande y poderoso, / su sabiduría no tiene medida. / El Señor sostiene a los humildes, / humilla hasta el polvo a los malvados. R.

1Corintios 9,16-19.22-23

Hermanos: El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles, me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Marcos 1,29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron. "Todo el mundo te busca." Él les respondió: "Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido." Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

COMENTARIOS

JOB. En el libro de Job se plantea el universal y eterno problema del mal. En concreto, el texto que hoy se presenta a nuestra consideración es de una altísima calidad literaria, donde las alusiones y las imágenes de la vida real ("jornalero", "esclavo", "sombra", "salario", etc.) quieren dar vida y expresión al sufrimiento interior: "noches de fatiga", "el alargarse de la noche", "días rápidos como lanzaderas", "la vida como un soplo". El hombre de hoy se ve perfectamente reflejado en esta descripción del sufrimiento de Job: la vida como dolor, como inutilidad y sin sentido; en el fondo, sin esperanza.

El autor de este libro quiere poner de manifiesto dos importantes afirmaciones: primera, que la vida afortunada no es señal de vida justa y que vida desgraciada no es signo de impiedad. Segunda, a pesar de los insufribles males que le quejan, Job entiende y proclama que es necesario seguir creyendo y buscando a un Dios que parece que se aleja del hombre sufriente. Es imposible encontrar una explicación al misterio del mal sin una salida a la trascendencia.

También ofrece el libro de Job un magnífico ejemplo de solidaridad con las personas que sufren: sus amigos acompañan largamente a Job en sus males y en sus desdichas y le ofrecen no solamente el consuelo de su compañía sino la búsqueda solidaria de soluciones y explicaciones a su sufrimiento.

"Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana".

EVANGELIO. Jesús miraba siempre adelante. Por eso, cuando Simón y sus compañeros lo encontraron aquella mañana y le dijeron: "Todo el mundo te busca", Jesús le respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, que voy a predicar también allí; para eso he venido".

Jesús sabía bien que quien vuelve atrás, quien se para, se establece o se asienta, no llega a la meta, una meta que, en la vida está siempre más allá... Esto es precisamente lo que hace Jesús: entrar en la vida de las personas, ser uno de ellos en su cotidianidad.

La práctica de curación, la lucha contra el mal, es la práctica habitual de Jesús. Tan importante como hacer el bien, es evitar el mal y luchar contra él, dar la vida para ir devolviendo la paz, la salud, el bienestar, la felicidad... a todos aquellos que la han perdido. Ser cristiano es, entre otras muchas cosas, luchar contra el mal, no quedarse de brazos cruzados o ensimismado en los propios asuntos, cuando vivimos en un mundo con las cifras escalofriantes de pobreza y miseria que hoy padecemos.

Anunciar hoy el Reino no es cuestión de meras palabras, de transmitir información, sino de hacer, de construir: luchar contra el mal, sanar, curar, rehabilitar a los hermanos, ponernos a su servicio, acompañar y dignificar la vida que, en todas sus manifestaciones, es manifestación de la mano creadora de Dios.