Reflexiones Bíblicas

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS

Isaías 35, 4-7a; Salmo 145; Santiago 2. 1-5; Marcos 7, 31-37


COMENTARIOS

SANTIAGO. Santiago comienza a expresar las exigencias radicales de la fe cristiana. El creyente debe tener un comportamiento coherente con su modelo, Jesucristo, en los casos concretos de la vida práctica.

El primer comportamiento incompatible con la fe en Cristo es la acepción de personas. No dice el autor que sea una incoherencia o una debilidad, sino que acepción de personas y fe en Cristo no se pueden juntar.

El comportamiento general se hace concreto con un ejemplo de acepción de personas a causa de su posición social o su condición económica. El autor tiene delante de sus ojos a las primeras comunidades, compuestas no sólo por ricos o pobres, sino por personas de distinta posición social y económica. Santiago quiere hacer caer en la cuenta a sus oyentes que discriminar al pobre es discriminar y oprimir a aquellos a los que Dios ama con predilección, a causa de su situación precaria. Ordinariamente los pobres en medio de su situación difícil profundizan su fe, en lugar de abandonarla, convirtiéndose así en el tesoro especial de Dios.

MARCOS. El protagonista del evangelio de hoy se presenta ante Jesús con una colección de frustraciones que conectan muy bien con las perplejidades del hombre actual ante la situación del mundo. Sorderas y mudeces, son prueba de la incomunicación con los demás y con Dios.

Jesús con sus gestos y palabras se acerca al sordo rompiendo todas las distancias y límites de seguridad. Toca sus oídos, moja su lengua con la saliva propia, y se aproxima logrando el máximo de cercanía.

Hace llegar a los oídos del de Sidón un mensaje certero de parte de Dios, lleno de ternura, consuelo y ánimo, fundiendo todas sus resistencias y temores, llenando sus cavidades internas de sonidos nuevos y palabras sorprendentes. Ahora puede escuchar con más nitidez los mensajes de los demás, y hasta sintoniza con claridad las voces de los que sufren. ¡Qué pena no haberlo experimentado antes!

El "effatá" de Jesús tiene fuerza y energía; es voz de masajista y animador, de soñador y estratega. Quiere despertar los recursos personales dormidos, llenándolos de ánimo y positividad. Intenta comunicar soplo, anhelo, espíritu, alegría. Las voces en exceso optimistas suenan a voluntarismo facilón o a ingenuidad, pero el "ábrete" de Jesús es maduro, profundo; optimista, sí, pero realista: "abre tus poros a la gracia, ábrete a la comunicación de Dios contigo; que te quiere desbloquear, que te libera para la entrega; te impulsa, te hace lúcido; te hace fuerte y comunicativo; te da alegría, calma y confianza."