Reflexiones Bíblicas

Domingo I del Tiempo de Adviento, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Jeremías 33, 14-16

"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia"."

Salmo responsorial: 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14

R/A ti, Señor, levanto mi alma.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.

1Tesalonicenses 3, 12-4, 2

Herrmanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Lucas 21, 25-28. 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre."

 

COMENTARIOS

JEREMÍAS. Las ansias de liberación nacen y se desarrollan en tiempos de opresión, de peligro, de sufrimiento. Y estas son las circunstancias que envuelven al texto de nuestra primera lectura.

Jeremías percibe la voz del Señor que le recuerda a su pueblo su eterno compromiso de salvación. Y, junto a la destrucción, que vendrá porque no hay voluntad de conversión, llegará después un tiempo de reconstrucción. Y este nuevo tiempo lo iniciará un vástago legítimo de David. Jeremías nos habla en este texto de que Dios cumplirá la promesa que hizo a su pueblo: hará surgir un nuevo mesías, un nuevo rey, que hará justicia y derecho en la tierra. Este mesías será bendición para el pueblo de Dios, por medio de él se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y su nombre será "Señor-nuestra-justicia".

El tiempo final al que Dios conduce a su pueblo es, como no podía ser de otro modo, de justicia y salvación para quienes han confiado en sus promesas y han vivido conforme a su voluntad, igualmente de justicia.  

LUCAS. La perícopa lucana, con que empieza el nuevo año litúrgico, está situada al final de la actividad pública de Jesús en Jerusalén. Lucas ha querido conferir plena esperanza a los suyos en momentos de especial dificultad: Levantaos, alzad la cabeza; se acerca el tiempo de la liberación. La aparición del Señor significa aliento, consuelo y ánimo para los fieles a Jesús. Con esa disposición dichosa estamos llamados a pensar, razonar y hablar de ella.

El evangelio de hoy es un canto a la esperanza: ¡Levantaos, alzad vuestra vista, se acerca vuestra liberación!. El Papa Benedicto XVI ha venido repitiendo desde el inicio de su pontificado dos cosas: por un lado, que el cristianismo no es triste ni aburrido sino fuente de alegría y de vida; y, por otro lado, que quien se encuentra con Jesucristo no solamente no pierde nada sino que gana todo. Él es la belleza que llena el corazón; la verdad que esclarece las preguntas e interrogantes de nuestra cabeza; y la bondad que nos mueve siempre a hacer el bien.

Nuestra esperanza no es engañosa; es real. En este tiempo de adviento tenemos que saber transmitir, con palabras y obras, que seguimos siendo despensa de utopía y esperanza, que es posible seguir esperando, de nuevo con la fuerza del Espíritu, un corazón nuevo y una humanidad nueva para una sociedad y una iglesia nuevas. Entonces nos haremos testigos de lo único importante, y se percibirá que la fe, como el cristianismo, no son cosas "para el más allá", sino para vivir con responsabilidad, compromiso y coherencia para hacer no "otro" mundo sino, de este mundo, "otro".