Reflexiones Bíblicas

Navidad, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Miqueas 5, 1-4a

Así dice el Señor: "Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz."

Salmo responsorial: 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19

R/Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.

Hebreos 10, 5-10

Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."" Primero dice: "No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la Ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad." Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."

COMENTARIOS

MIQUEAS. Miqueas compuso magníficos poemas de salvación, entre los que sobresale la profecía sobre Belén. El Mesías esperado nacerá en Belén, pequeña población de Judá, y hará que los seres humanos puedan vivir tranquilos, y Él será nuestra paz.

Ocho siglos antes del nacimiento de Jesús, el profeta Miqueas ofrece al pueblo un dato sobre dónde buscar la fuente de su salvación. Enseña al pueblo de Dios que la grandeza de Dios se manifiesta sobre todo en la pequeñez de sus servidores, en su respuesta humilde y fiel. A pesar de ser pequeña entre las aldeas de Judá, de Belén saldrá el jefe de Israel. Este jefe será poderoso, pero no al estilo de los soberanos humanos, pues su misión será "pastorear", "con la fuerza del Señor". Gracias a su pastoreo el pueblo vivirá tranquilo, y la paz llegará finalmente con él.

LUCAS. Cada año, la liturgia de la Iglesia, en el cuarto domingo de adviento, pone ante nosotros el ejemplo de alguien que supo esperar de verdad: María, la Virgen y Madre.

Este acontecimiento, el encuentro de María con su prima, recuerda las visitas de Dios a su pueblo y nos recuerda que nunca Dios dejó solos y abandonados a los suyos cuando éstos le necesitaron. Tampoco María abandona a quien la necesita. Es símbolo precioso, por lo tanto, de la misericordia, y de la compasión de Dios para con los más necesitados de su pueblo. No olvidemos en este caso que Isabel es una anciana.

Y si nos adentramos aún más en el sentido del adviento, es símbolo del pueblo que recibe la fuerza del Señor para seguir caminando. María es como el "arca" de la presencia de Dios en medio del pueblo, que anima a continuar la peregrinación de la vida.

Este pasaje, profundo, en clave de adviento-navidad, es símbolo del encuentro de dos figuras que se complementan: el precursor, Juan, que culmina el Antiguo Testamento, y el Mesías esperado, Jesús, que inaugura una nueva alianza. Desde este pasaje tiene sentido el mensaje de la primera lectura del profeta Miqueas: de Belén llega la salvación. Por eso, María es portadora de novedad para Israel, representado por Isabel y Zacarías.

A la luz del misterio que celebramos, la respuesta que debemos dar es la del Salmo: "Señor, restáuranos; que brille tu luz y nos salve". Estamos preparados a tu inminente llegada. Que no es literatura o leyenda sino un acontecimiento real que cambia el signo de la historia de la humanidad y de nuestra propia historia.

El Señor, con la fuerza del Espíritu, en este último domingo de adviento nos pide al menos tres actitudes: primero, estar siempre en camino, no instalarnos en nuestra comodidad, rutina o apatía; segundo, saber acompañar desde la vida y para la vida, dando vida y suscitando ganas de vivir; y, tercero, saber bendecir, en el camino de la vida, a Dios y a los demás. Bendecir es "bien-decir", "bien-hablar".