Reflexiones Bíblicas

Domingo I de Cuaresma, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Deuteronomio 26, 4-10

.Dijo Moisés al pueblo: "El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Se or, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Se or, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Se or, Dios de nuestros padres, y el Se or escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Se or nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Se or, me has dado." Lo pondrás ante el Se or, tu Dios, y te postrarás en presencia del Se or, tu Dios."

Salmo responsorial: 90

R/Está conmigo, Se or, en la tribulación.

Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Se or: "Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti." R. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. R. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. R. "Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré." R.

Romanos 10, 8-13

Hermanos: La Escritura dice: "La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón." Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Se or, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: "Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Se or de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Se or se salvará."

Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan." Jesús le contestó: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre"." Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo." Jesús le contestó: "Está escrito: "Al Se or, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto"." Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras"." Jesús le contestó: "Está mandado: "No tentarás al Se or, tu Dios"." Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

COMENTARIOS

DEUTERONOMIO. Todo cuanto Israel tiene es fruto de la generosidad divina. Su identidad se basa en la historia que Dios, por puro amor, le ha ido labrando. La misma tierra que habita es también un don divino. Por eso, toda su vida ha de convertirse en un acto de confianza y entrega. El culto y todo cuanto realiza ha de configurarse por la gratuidad.

Se trata, como vamos a ver en el texto deuteronómico, de reconocer que Él nos ha dado la vida y nos ha conducido a ser lo que hoy somos. Y, en un gesto de confianza y gratitud, seguir poniendo nuestra existencia en sus manos. Porque confiamos en su buen hacer, en su buena voluntad de ofrecernos, como nuestro padre que es, lo mejor.

LUCAS. (Comentario de San Gregorio Magno, (hacia 540-604), papa, doctor de la Iglesia)

El diablo atacó al primer hombre, nuestro padre, por una triple tentación: lo tentó por la gula, por la vanidad y por la codicia. Su tentativa de seducción tuvo éxito puesto que el hombre, dándole su consentimiento, estuvo desde entonces, sometido al diablo. Lo tentó por la gula ense ándole el fruto prohibido que estaba en el árbol e invitándole a comer de él; le tentó a través de la vanidad diciéndole: "Seréis como dioses"; al fin le tentó a través de la codicia, diciéndole: "Conoceréis el bien y el mal" (Gn 3,5). Porque ser codicioso no es tan sólo desear dinero, sino también toda situación ventajosa, desear más allá de lo comedido, una situación elevada...

El diablo fue vencido por Cristo, quien fue tentado de manera totalmente parecida a la que fue vencido el primer hombre. Igual que la primera vez, le tentó a través de la gula: "Di que estas piedras se conviertan en pan"; a través de la vanidad: "Si eres el Hijo de Dios tírate de aquí abajo": a través del deseo violento de una buena situación, cuando le ense a todos los reinos del mundo y le dice: "Todo esto te daré si te postras y me adoras"...

Es preciso hacer resaltar una cosa en la tentación del Se or: tentado por el diablo, el Se or le ha replicado con textos de la Santa Escritura. Hubiera podido echar a su tentador al abismo sólo con la Palabra que él mismo era. Y sin embargo no recurrió a su poder poderoso, tan sólo le puso delante los preceptos de la Santa Escritura. Es así como nos ense a soportar la prueba, de manera que, cuando los malos nos hacen sufrir nos veamos impulsados a recurrir a la buena doctrina antes que a la venganza. Comparad la paciencia de Dios con nuestra impaciencia. Nosotros, cuando hemos soportado injurias o sufrido ofensas, en nuestro furor tendemos a vengarnos tanto como nos es posible, o bien amenazamos con hacerlo. El Se or, carga con la adversidad del diablo sin contestarle de otra forma que con palabras pacíficas.