Reflexiones Bíblicas

Domingo V de Cuaresma, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

Isaías 43, 16-21

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza."

Salmo responsorial: 125

R/El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R. Hasta los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos." El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.

Filipenses 3, 8-14

Hermanos: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?"
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra."
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor."
Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

COMENTARIOS

FILIPENSES. Pablo habla del conocimiento de Cristo, en un sentido profundo, en el sentido de entrega personal de amor, que produce un cambio profundo en la persona que busca conocer, a semejanza del sujeto que es conocido.

Pablo quiere llegar a identificarse plenamente con Cristo, no por sus fuerzas sino por la gracia. La fe como respuesta al ofrecimiento de Dios establece una relación nueva basada en el amor gratuito y misericordioso del Padre. Esta relación se alcanza y se mantiene en la medida que te unes a Cristo en la confianza y obediencia a su palabra.

El apóstol quiere conocer a Jesucristo como fuerza que da vida en medio de los padecimientos y los sufrimientos de la existencia. Cristo actúa en el creyente venciendo a las fuerzas del dolor. Unido al Señor el cristiano se configura con Él en su muerte , para alcanzar su resurrección.

Frente a los falsos maestros, Pablo afirma que la perfección no se alcanza en este tiempo. La existencia es un continuo configurarse con Cristo, siempre perfectible. La vida cristiana no se detiene en los logros del pasado, sino que se tensa hacia el futuro, al que somos llamados por el mismo Dios.

EVANGELIO. Tanto la introducción, como las tres pequeñas partes en que se subdivide el texto, se comentan por sí solas. No necesitan especial consideración, para entender perfectamente lo que dicen. Sí requieren de nosotros tener el corazón en su sitio, en orden a poder conectar con el modo de pensar, actuar y decidir del Nazareno, que deja en mal lugar, el que en realidad les corresponde, a los que se creen muy listos y se acreditan como dechados de virtud. Pensar como Jesús, obrar conforme a su singular estilo de hacerlo, significa tanto como contar con el beneplácito divino y discernir de acuerdo con la sensibilidad humana, que proporcionan los dones del Espíritu.

Algo definitivo se nos muestra aquí en el comportamiento de Jesús, que encaja de lleno en su actividad pública en Palestina: la libertad con que se opuso a los desmanes de los que se tenían por buenos, sin serlo de verdad, la compasión con que siempre acogió a los pecadores y la delicadeza con que trató a las mujeres, sobre todo las que estaban en apuros. Jesús no niega la culpa, pero no hace de ella el contenido de su actuación. Bien al contrario, acoge a la pecadora con un amor efectivo, para que pueda superar su pecado y recuperar la dignidad perdida.

Igual que Jesús no condena, sino que salva, así la tarea de los creyentes en la sociedad actual consiste más que en tener palabras gruesas contra los demás, en ofrecer la salvación con nuestros hechos y gestos, siguiendo al Maestro. Una oferta de salvación, que cuando se hace con su misma intención, comporta un cambio en la actuación del pecador, porque su vida se siente positivamente afectada, por la compasión y la misericordia, que se le ofrece con toda sinceridad.