Reflexiones Bíblicas

Domingo II de Pascua, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Hechos de los apóstoles 5, 12-16

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.

La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.

Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Salmo responsorial: 117

R/Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús.

Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: "Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia."

Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho.

Al verlo, caí a sus pies como muerto.

Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: "No temas: Yo soy el primero y el Último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.

Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde."

Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros."

Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo."

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

- "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."

Pero él les contesto: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros."

Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente."

Contestó Tomás: "¡ Señor mío y Dios mío!"

Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

COMENTARIOS

HECHOS DE LOS APÓSTOLES. Es nuestro texto de hoy uno de los ocho principales que en el libro de los Hechos sirven al lector como guía para ir descubriendo la evolución y el crecimiento de la comunidad cristiana. Son estos una serie de breves reseñas que, de un modo idealizado, resumen la situación de las primeras comunidades, así como sus acciones misioneras, encabezadas, normalmente, por los apóstoles, en especial, Pedro.

Los apóstoles son ahora la presencia del Resucitado en medio de la comunidad. Los signos y prodigios que realizan son la ratificación del cambio que estaba produciendo el anuncio de la resurrección de Jesús. Anuncio que es capaz de transformar la vida de hombres y mujeres para que se adhirieran a la fe del Señor. Es importante anotar que, en la nueva experiencia en torno a Jesucristo, la nueva comunidad quiere vivir una unidad real y verdadera, capaz de superar toda polaridad o división por motivo social, cultural o de género. En el grupo de cristianos han sido superados los problemas pobres-ricos, griegos-judíos y mujeres-hombres. Ahora todos tienen cabida en la nueva comunidad, respetándose a cada cual su proceso individual hasta que alcance su edad adulta en la fe.

EVANGELIO. Cuando está cayendo el domingo de la Pascua, Jesús se aparece de improviso a los discípulos.

El mismo Resucitado se aparece de improviso a los suyos, trayéndoles la paz que sólo puede provenir de Dios. Esa paz, capaz de transformar los corazones y comunicar alegría, tranquilidad y esperanza a los entristecidos, inquietos y desesperanzados. Los que se encontraban en un callejón sin salida empiezan a contemplar un camino de luz. La tristeza da paso al gozo. Ha tenido pleno sentido seguir a su Maestro, que ahora, vencida la muerte, goza de la vida definitiva de Dios. El Señor de vivos les envía a la misión, anclados en Dios: Como el Padre me ha enviado, así os envío yo.

La obra proyectada por el Padre e iniciada por Jesús durante su actividad terrena, está llamada a ser continuada por los discípulos con la asistencia imprescindible del Espíritu. Se trata de una obra a favor de la salvación de la humanidad que continuará hasta el final de la historia. No tiene ocaso, de modo que aquí y ahora se prosigue por medio de los que creen en Jesús y están dispuestos a aceptar la tarea confiada con la ilusión de los que están convencidos de hacer algo grande por el presente y futuro del ser humano.