Reflexiones Bíblicas

Domingo IV de Pascua, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

Hechos de los apóstoles 13, 14. 43-52

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento.

Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios.

El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.

Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: "Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra.""

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio.

Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Salmo responsorial: 99

R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

"El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades." R.

Apocalipsis 7, 9. 14b-17

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Y uno de los ancianos me dijo:

- "Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.

El que se sienta en el trono acampará entre ellos.

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.

Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos."

Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.

Yo y el Padre somos uno."

COMENTARIOS

HECHOS. La primera lectura nos presenta hoy a Pablo y Bernabé en todo su apogeo evangelizador, donde se puede comprobar el proceso que va recorriendo la expansión del Evangelio. Por una parte, el espacio físico desde donde se proclama la Buena Nueva es la misma sinagoga judía; el medio es, naturalmente, la misma Escritura antigua, desde donde se proclaman las promesas y se confirman con el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús como cumplimiento de ellas. Esto quiere decir que los destinatarios originales son los israelitas; así lo formula Pablo y lo corroboran los demás apóstoles. Hay, ciertamente, acogida del nuevo mensaje por parte de muchos, pero también hay rechazos hasta violentos a la predicación de Pablo y, antes de él, a las de Pedro y de los demás. El rechazo oficial no se queda sólo en no aceptar el mensaje; incluye también la expulsión de la sinagoga y las amenazas a quienes siendo judíos se hayan convertido al nuevo camino y pretendan asistir por cualquier circunstancia a la sinagoga.

EVANGELIO. La figura más tierna que Jesús adopta como pastor es la del que busca a la oveja descarriada, a la perdida, y cuando la encuentra se alegra, la recoge y la trae de vuelta al aprisco. Por eso su gozo y su alegría radican en que los hombres y mujeres de buena voluntad acojan y asuman su proyecto de vida eterna.

El texto de hoy no puede ser más corto. Sin embargo, tiene una gran densidad de contenido. Los dos primeros versículos resaltan la familiaridad de Jesús con su rebaño. Los dos últimos se centran en la comunión y unidad existentes entre Jesús y el Padre, fundamento de la salvación humana.

Este hecho se apoya en el mismo Padre que se preocupa del rebaño de Jesús y muestra su mimo por él. La seguridad de los creyentes hunde sus raíces en la relación de vida y amor entre el Padre y el Hijo. Lo mejor de Jesús está en que, unido al Padre, religa a los suyos con lo más íntimo de Dios. Es precisamente el Padre quien, en definitiva, funda la salvación y la reparte a través del Hijo, convertido en el Buen Pastor de los hombres.

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