Reflexiones Bíblicas

Pentecostés, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS

Hechos 2, 1-11 1 Corintios 12, 3b-7.12-13 Juan 20, 19-31

 

 

Hechos de los apóstoles 2,1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua."

Salmo responsorial: 103

R/Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor: / ¡Dios mío, qué grande eres! / Cuántas son tus obras, Señor; / la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran / y vuelven a ser polvo; / envías tu aliento, y los creas, / y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre, / goce el Señor con sus obras. / Que le sea agradable mi poema, / y yo me alegraré con el Señor. R.

1Corintios 12,3b-7.12-13

Hermanos: Nadie puede decir "Jesús es Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todo hemos bebido de un solo Espíritu.

Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

COMENTARIOS

HECHOS. El Pentecostés que menciona Lucas en el libro de los Hechos de los apóstoles es la fiesta judía, que se celebraba en Jerusalén. A ella asistían muchos peregrinos provenientes de diversas partes del imperio romano.

Lucas toma los elementos simbólicos de resonancia cósmica para manifestar que este suceso es una intervención de Dios. Es la irrupción del Espíritu Santo en la historia humana. Inaugura la etapa definitiva en la historia de la salvación. Es el inicio de la predicación del Evangelio por parte de la Iglesia apostólica. Estos elementos recuerdan también el anuncio profético del "Día del Señor". Este pasaje entrelaza elementos históricos y escatológicos. El Espíritu empuja a la Iglesia más allá de las fronteras geográficas y culturales. Por eso todos entienden el mensaje en su propia lengua. Otro elemento importante es que los discípulos están reunidos en comunidad, y el anuncio inaugura una nueva comunidad.

EVANGELIO. Juan nos presenta dos escenas contrastantes. Primero los discípulos encerrados en una casa al anochecer, llenos de miedo. Luego la presencia de Jesús que les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real. Se llenan de alegría, y Jesús les comunica el Espíritu que los cualifica para la misión. El miedo, la oscuridad y el encierro de "la casa interior" se transforman con la presencia de Jesús en paz, alegría y envío misionero. Son signos tangibles de la acción misteriosa y transformante del Espíritu.

Jesús les ha asegurado que nos les dejará solos; que el Espíritu Santo de Dios les asistirá para que entiendan todo lo que Él les ha anunciado. Así lo cumple. Ahora les comunica el Espíritu que todo lo crea y hace nuevo. Sopla sobre ellos como Dios sopló para crear al ser humano. Ellos son las personas nuevas de la Creación restaurada por su entrega amorosa.

La violencia, la injusticia, la miseria y la corrupción social nos llenan hoy de miedo, desaliento y desesperanza. Pero Él irrumpe en nuestro interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el entendimiento para que comprendamos que no nos ha abandonado; está aquí presente.