Reflexiones Bíblicas

Solemnidad de la Santísima Trinidad, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS

Proverbios 8, 22-31

    Así dice la sabiduría de Dios: "El Señor me estableció al principio de sus tareas, "al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres."

    Salmo responsorial: 8

    R/Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

    Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R.

    Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

    Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R.

    Romanos 5, 1-5

    Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

    Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

    Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

    Juan 16, 12-15

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

    Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.

    Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará."

COMENTARIOS

    PROVERBIOS. En el Antiguo Testamento encontramos pasajes que personifican algunos de los atributos divinos, como puede ser, en el texto de hoy, la Sabiduría de Dios. Más tarde, la tradición cristiana vio en estos textos una referencia a Jesús como Hijo de Dios.

    El hacedor es inmensamente sabio y artista. Y por ello se alaba su Sabiduría, que es presentada como una criatura muy singular, pues antecede a la tarea creadora. Es así posterior a Dios, pero anterior a la creación; inferior a Dios, pero superior al mundo creado.

    El autor del texto, de un modo poético, la representa como un personaje al estilo de las demás criaturas. Así, nace, crece, aprende, actúa..., incluso juega con su Creador y con su obra.

    Entre Dios y la Sabiduría hay una relación estrecha. Hay una intimidad absoluta entre ambos. Y lo que salía de la mano del Creador, era para ella un entretenimiento. Su juego preferido es la tierra, y los hombres sus compañeros de juego. El que la humanidad sea una peculiar compañera de juegos de la Sabiduría da a entender que aquel que quiera corresponder a su lúdica relación gozará de sus dones, es decir, de la sensatez y del juicio, de la prudencia y de la virtud.

    JUAN. Las palabras del evangelio de hoy constituyen una excelente exponente de cómo Cristo, en comunión íntima con el Padre, se acredita como su revelador definitivo y como el transmisor de una fuerte experiencia religiosa con la ayuda del Espíritu de la Verdad. Jesús tuvo una experiencia de Dios única. Su concepto de la paternidad divina llega tan adentro que exige indudablemente su misma experiencia filial. El Padre bueno, que anuncia con gozo, aparece como inseparable de su propia realidad de Hijo. Su autoridad como Hijo no le viene dada por una legitimación externa, sino por el testimonio que dimana de su propia experiencia, expresado en convincentes palabras de verdad y en hechos testificantes que llegan al alma por su cordura espiritual y su validez humana. La compasión y misericordia de la que hace gala ante toda clase de necesitados, a los que ayuda de forma afectiva y efectiva, está apuntando a la compasión y misericordia del Padre, de quien es su mejor icono y la máxima de sus transparencias.

    Vivir esa experiencia original de Dios, siguiendo el estilo de vida de Jesús con el aliento del Espíritu, constituye la mejor manera de celebrar hoy la fiesta grande de la Trinidad.

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