Reflexiones Bíblicas

Solemnidad del Corpus Christi, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS 

Génesis 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo: "Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos."

Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.

Salmo responsorial: 109, 1. 2. 3. 4

R/Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R.

"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora." R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec." R.

1Corintios 11, 23-26

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:

Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía."

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía."

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Lucas 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: "Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado."

Él les contestó: "Dadles vosotros de comer."

Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío."

Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos: "Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta."

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

COMENTARIOS

    CARTA A LOS CORINTIOS. Pablo aprovecha la oportunidad para recordar una antigua tradición que ha recibido sobre la cena eucarística, ya que el desprecio, la humillación y la falta de atención a los pobres en las asambleas estaban destruyendo de raíz el sentido más profundo de la Cena del Señor. Condena el culto hipócrita que no va acompañado de una vida de caridad y de justicia. La Eucaristía, memorial de la entrega de amor de Jesús, debe ser vivida por los creyentes con el mismo espíritu de donación y de caridad con que el Señor "entregó" su cuerpo y su sangre en la cruz por "vosotros".

    La lectura paulina nos recuerda las palabras de Jesús en la última cena, con las cuales el Señor interpretó su futura pasión y muerte como "alianza sellada con su sangre" y "cuerpo entregado por vosotros", misterio de amor que se actualiza y se hace presente "cada vez que coman de este pan y beban de este cáliz".

    La comunidad, obediente al mandato de su Señor, deberá repetir el gesto de la cena continuamente mientras dure la historia "en memoria mía"; y lo hará siempre con la expectativa de su regreso glorioso, "hasta que Él venga". El misterio de la institución de la Eucaristía nace del amor de Cristo que se entrega por nosotros y, por tanto, deberá siempre ser vivido y celebrado en el amor y la entrega generosa, a imagen del Señor, sin divisiones ni hipocresías.

    EVANGELIO. No se trata ya tanto de multiplicar cuanto de dividir. Al menos este es el camino que Jesús enseña en el relato mal denominado de la "multiplicación de los panes", pues la palabra "multiplicación" no aparece en él.

    La situación de aquella gente era similar a la de muchos de los hombres de hoy: en descampado está la mayoría de la humanidad, carente de las necesidades más vitales: pan y habitación.

    Jesús invita a sus discípulos a realizar el milagro: «Dadles vosotros de comer». La vía de salida que ellos piensan para resolver el problema es inviable: creían que se trata de comprar.

    Pero Jesús trata de mostrar que 'comprar' no es el camino. Jesús no compra ni multiplica, sino que parte y reparte. Tal vez éste sea el camino para salir de este callejón sin salida en el que nos hemos metido los humanos. Partir el pan entre todos, partirse por los demás, repartir, dividir entre todos eso que la técnica, gracias a Dios, ha conseguido multiplicar.

    Y éste es el símbolo de la eucaristía: un pan -cuerpo-persona- que se parte y se entrega como alimento que genera vida alrededor.

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