Reflexiones Bíblicas

Domingo XV del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS  

Deuteronomio 30, 10-14

Moisés habló al pueblo, diciendo: "Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: "¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"; ni está más allá del mar, no vale decir: "¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo."

Salmo responsorial: 68

R/Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R.
El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.

Colosenses 1, 15-20

Todo fue creado por ÉL y para ÉL
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de ÉL fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por ÉL y para ÉL.
ÉL es anterior a todo, y todo se mantiene en ÉL.
ÉL es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en ÉL quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por ÉL quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Lucas 10, 25-37

25En esto se levantó un jurista y le preguntó para ponerlo a prueba:

-Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar vida definitiva?

26ÉL le dijo:

-¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo es eso que recitas?

27Este contestó:

-"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo".

28El le dijo:

-Bien contestado. Haz eso y tendrás vida.

29Pero el otro, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:

-Y ¿quién es mi prójimo?

30Tomando pie de la pregunta, dijo Jesús:

-Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron unos bandidos; lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon dejándolo medio muerto. 31Coincidió que bajaba un sacerdote por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 32Lo mismo hizo un clérigo que llegó a aquel sitio;- al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 33Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, al verlo; se conmovió, 34se acercó a \pard lang2058 él y le vendó las heridas echándoles aceite y vino; luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. 35Al día siguiente sacó dos denarios de plata y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a la vuelta". 36¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos?

37El jurista contestó:

-El que tuvo compasión de él.

Jesús le dijo.

-Pues anda, haz tú lo mismo.

COMENTARIOS

DEUTERONOMIO. Este texto que hoy proclamamos forma parte de las últimas palabras que Moisés dirigió al pueblo, previas a su despedida, antes de morir. El libro, que hunde sus raíces en los recuerdos que los israelitas tendrían de tiempos muy remotos, pone en boca de Moisés unas enseñanzas religiosas y visiones teológicas que el pueblo hebreo fue adquiriendo con el paso de los siglos. Enseñanzas que los autores que intervinieron en la obra relacionan directamente con Moisés, porque él es, en la tradición bíblica, el profeta por excelencia, el intermediario elegido por Dios para entregar a su pueblo su ley.

La amarga experiencia del exilio babilónico dejó una honda huella en la elaboración de este libro, y de los otros que lo acompañan formando la tradición deuteronomista (Jos, Jue, Sam y Re). Los israelitas superaron aquella catástrofe con la conciencia muy clara de que todo había sucedido por no haber observado, fielmente, los mandatos que Dios les había indicado por medio de Moisés. De esta conciencia se desprende la urgente necesidad de reorientar su vida y su historia. ¿Cómo?: conociendo bien estos mandatos para no volver a fallar, buscándolos con insistencia, poniéndolos en práctica.

Este breve texto que hoy leemos nos indica cómo conocerlos y cómo cumplirlos. Su enseñanza es igualmente válida para los israelitas de los tiempos bíblicos y para nosotros, cristianos, que ahora la aclamamos en nuestra liturgia como Palabra de Dios.

* Escucha. En primer lugar "escuchando". El verbo escuchar tiene una amplia presencia en los libros bíblicos. Expresa la virtud más básica que debe tener el creyente. Recoge en sí muchas acciones humanas: buscar, aprender, meditar, acoger... Y tiene como objeto al propio Dios. El ser humano, su criatura más preciada, debe buscarlo como su Creador; debe aprender de su enseñanza, porque él lo guía como un Padre; debe meditar su instrucción, porque sólo así la interiorizará, la hará suya; debe acoger su voluntad, porque él sabe lo que mejor le conviene, él da sentido a su existencia, le colma de felicidad.

La escucha del creyente es atenta e interesada. Su finalidad es poner en práctica lo que el Señor le dice. Por eso, a la recomendación "escucha la voz del Señor", se acompaña: guardando sus preceptos y mandatos. Una escucha que no desembocara en acciones sería falsa e infecunda.

* Conversión. En segundo lugar "convirtiéndose". El creyente se reconoce muchas veces desleal, infiel a lo que escucha de Dios. Por eso, cuando se ha apartado del camino, sabe que debe volver al encuentro con su Dios. Y eso es lo que se expresa con el verbo sub, que normalmente se traduce por "convertirse". Es una actitud que, aunque cargada muchas veces de fuertes sentimientos, ha de tomarse con una clara decisión, es decir, con todo el corazón y con toda el alma.

Volver de corazón al Señor y con toda el alma es algo que sólo se puede hacer si se le reconoce como el sentido más profundo de la propia existencia. En expresión veterotestamentaria: no teniendo otros dioses frente a él.

* Interioridad. Y termina argumentado nuestro autor estas exigencias en una religiosidad que se basa en la cercanía de Dios a su pueblo. Podría escudarse el hombre en su impotencia o en su ignorancia, alegando que no puede cumplir lo que Dios le pide o bien que lo ignora. Pero esta excusa no sirve. Según se nos dice, el Señor no pide nada imposible, conoce bien a su criatura y sabe bien de sus limitaciones; y su voluntad le es muy cercana, pues está dentro de su corazón y en su boca. La parábola evangélica de hoy nos dejará una buena enseñanza sobre ello.

EVANGELIO. Este texto se inicia con una pregunta de un maestro de la ley, o letrado, frente lo que hay que hacer para ganar la vida eterna.

Jesús, en lugar de discutir y entrar en callejones sin salidas, no busca plantear nuevas teorías e interpretaciones frente a la ley antigua y su práctica, sino que propone una parábola como ejemplo vivo de quién es el prójimo.

Prójimo, compañero, dice Jesús en esta parábola, debe ser para nosotros todo ser humano que necesita de nuestra ayuda. El ejemplo del samaritano nos muestra que ningún ser humano está tan lejos de nosotros, para no estar preparados en todo tiempo y lugar, para arriesgar la vida por el hermano o la hermana, porque son nuestro prójimo.

La relación del sacerdote y el levita, frente al hombre caído en el camino, no se basa en el plan de la necesidad que tiene este último, sino en el de inutilidad que presentaría ante la ley y el desempeño del oficio: el prestarle cualquier atención al hombre caído, impediría a estos representantes del culto oficial poder ofrecer los sacrificios agradables a Dios.

El samaritano, por el contrario, no encuentra ninguna barrera para prestar su servicio desinteresado al desconocido que está tendido y malherido, que necesita la ayuda de alguien que pase por ese camino. El samaritano únicamente siente compasión por la necesidad de ese hombre anónimo y se entrega con infinito amor a defender la vida que está amenazada y desposeída.







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