Reflexiones Bíblicas

Domingo XIX del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS    

Sabiduría 18, 6-9

Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables, pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.

Salmo responsorial: 32

R/Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

Hebreos 11, 1-2. 8-19

Hermanos: La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. Por su fe, son recordados los antiguos. Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas -y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa-, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos- como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: "Isaac continuará tu descendencia." Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos. Y así, recobró a Isaac como figura del futuro.

Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre."

Pedro le preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?"

El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?

Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.

El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá."

COMENTARIOS

HEBREOS. El texto de este domingo ofrece una selección de la hermosa reflexión sobre la fe que comprende todo el c.11 de la carta. La frase introductoria, de carácter general, resalta en el conjunto del capítulo, mucho más atento a las actitudes de fe de los distintos personajes que se toman en consideración y que se van levantando como paradigmas de fe para ejemplo de los destinatarios de la carta. Precisamente por tratarse de una introducción a todo el capítulo, no parece que el autor pretendiera ofrecer con ella una definición teórica de la fe. Lo que tenga de definición es, sin duda, el resultado de la lectura de la historia de la salvación y de los personajes que en ella han sido interlocutores del diálogo con los humanos.

Como resultado de esa lectura, se percibe en todos los personajes contemplados una actitud común, la fe, que les animaba a esperar con la seguridad de obtener el objeto de su esperanza y se convertía ella misma en prueba del cumplimiento de las promesas, testimonio anticipado de las mismas.

En la noche, en la oscuridad de la vida, ponerse en camino, eso es la fe. Sin la certeza ni la seguridad de los caminos bien definidos, sin las etapas previamente diseñadas y los alojamientos reservados. Valen las palabras exactas del poeta: caminante, no hay camino hecho, sólo una voz que te llama y que es al mismo tiempo el Camino y que te lleva a la Vida.

LUCAS. El texto del evangelio de hoy quiere definir las actitudes de la espera cristiana, que no surge de la nada o de la simple sospecha bien pensada; nace de la certidumbre de que el Señor volverá. Por eso, este esperar no es un gesto estático, aburrido y desalentador, sino que se convierte en esperanza: su Voz nos asegura que Él vendrá. Así la espera se troca en esperanza y ésta en actitudes dinámicas de vigilancia y creatividad.

Las palabras de Jesús nos trazan los rasgos de la esperanza vigilante: "ceñidas las cinturas", "encendidas las lámparas", "aguardando al Señor". Con estas expresiones se definen nuestras actitudes: ya en Ex 12,11 se ordena a los israelitas comer el cordero pascual ceñidas las cinturas, calzados los pies y con el bastón en la mano. Es necesario estar prestos para el camino, para el trabajo, para el servicio (Jesús se ciñó la toalla para lavarles los pies a los discípulos, según Jn 13,4). Las lámparas encendidas nos señalan la obligación de ser testigos de la luz, aunque sea solamente entrevista en medio de la noche de la fe. Mientras "aguardamos al Señor" repartimos el "pan a sus horas", es decir, somos generosos, abiertos, viviendo en solidaridad y fraternidad: así nos debe encontrar el Señor cuando venga.