Reflexiones Bíblicas

Domingo XX del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS    

Jeremías 38, 4-6. 8-10

En aquellos días, los príncipes dijeron al rey: "Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia."

Respondió el rey Sedecías: "Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra vosotros."

Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.

Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: "Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre, porque no queda pan en la ciudad."

Entonces el rey ordenó a Ebedmelek, el cusita: "Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe, antes de que muera."

Salmo responsorial: 39

R/Señor, date prisa en socorrerme.

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito . R.

Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos. R.

Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. R.

Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes. R.

Hebreos 12, 1-4

Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.

Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.

Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra."

COMENTARIOS

JEREMÍAS. En el evangelio de hoy se nos habla de la división que, en torno a la palabra de Jesús y a su misión, se iba a crear entre la gente. La primera lectura nos plantea un problema similar en el caso de un profeta: Jeremías. Su misión fue también un grave motivo de división entre sus coetáneos. Sin duda contaba el profeta con un buen número de seguidores, algunos de ellos de relevancia social. Llegaron a salvarle la vida incluso en algunas ocasiones como en la que aquí se narra.

Desde el aljibe sin agua, atrapado en el lodo, se levanta la voz angustiosa y agónica de Jeremías en demanda de auxilio "Señor, date prisa en socorrerme". Su llamada es escuchada. Dios le sostiene en la adversidad y afianza su misión; Dios está implicado en ella. El salmo nos lo expresa de manera preciosa: Desde la tinaja de lodo surgió un cántico nuevo, un himno revitalizado, un pregón de liberación. "Él se inclinó, escuchó mi grito, me levantó de la fosa, afianzó mis pasos. Me hizo pisar sobre roca". Barro convertido en agua y roca.

LUCAS. Algunas palabras del evangelio resultan desconcertantes, demasiado duras como para haber sido pronunciadas por Jesús, presentado con frecuencia como conciliador; y cuya imagen dulce se ha utilizado para mantener el ‘desorden establecido', cuya mansedumbre se ha confundido con neutralidad. Pero ese Jesús resulta inquietante y provocador cuando se le devuelve su rostro originario.

El Espíritu-fuego, que viene a traer Jesús, es la fuerza de la vida, de una vida cualitativamente distinta en la que la norma suprema no sea el enfrentamiento con Dios o con el prójimo por la rivalidad, la competencia, la dominación, el egoísmo.

Con el anuncio del evangelio se acaba esto que llamamos 'paz social', que no pasa, con frecuencia, de ser un 'desorden consensuado'.

A este desorden ha contribuido la presentación de un evangelio descafeinado por parte de quienes debieran haber anunciado, 'sin pelos en la lengua', la dureza del mensaje, aunque hubiera sido a cambio de tener que beber, como Jesús, el amargo cáliz de la muerte.

Jesús soñaba con una familia humana habitada por el amor y la justicia fraterna. Está movido apasionadamente por el fuego del amor y la justicia. ¡Ojalá estuviera ya ardiendo!. Por ello es causa de división.

También nosotros preferimos una falsa paz y una falsa unidad al fuego del amor y la justicia. Ojalá nunca falten voces que sean capaces de entonar discursos lúcidos, claros y valientes como los que suenan en los aljibes de agua fresca (Jeremías). Ojalá sacudamos nuestra propia mediocridad y rutina y nos revistamos del fuego que Jesús desea ver ardiendo.