Reflexiones Bíblicas

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Cristo, Rey del Universo

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J 

 

 

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS 

2Samuel 5, 1-3

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: "Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel.""

Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

Salmo responsorial: 121, 1-2. 4-5

R/Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R.

Colosenses 1, 12-20

Hermanos: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.

Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Lucas 23, 35-43

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso."

COMENTARIOS

2SAMUEL. La primera lectura nos presenta a David como rey de Israel.

Desde su fe en Yahvé, el rey es el mesías, el ungido de Dios, y como tal debe servir a su pueblo y gobernarlo en nombre de Dios, es decir, conforme el Señor quiere. David, aunque pecador, siempre convertirá su corazón a los designios divinos.

La escena trascurre en Hebrón. Cuando David fue proclamado rey, se convirtió en la capital de su reino durante siete años y medio, hasta instalarse definitivamente en Jerusalén.

En Hebrón tiene lugar el encuentro que se narra en nuestro texto, en el que David fue reconocido como señor de dos tronos; pues los israelitas no eran propiamente un Estado. Esta confluencia de los dos tronos en una sola persona, sólo durará en vida de David y su sucesor Salomón, pues después, a la muerte de este, los dos grupos volverán a separarse, eligiendo cada uno su propio rey.

LUCAS. Lucas destaca la realeza de Jesús de una forma bien original en la escena de la Cruz del texto de hoy, que tiene dos partes bien definidas.

La primera presenta las burlas de las que es objeto el Crucificado. Lucas deja entrever que, aunque sus enemigos se burlen de Él, Jesús se acredita con toda la verdad como el Rey de la salvación.

La segunda parte contiene un breve diálogo entre Jesús y el llamado "buen ladrón". Importa sobre todo fijarse en las palabras que el llamado "buen ladrón" dirige al Crucificado: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino y la consiguiente respuesta de su interlocutor: Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso. La idea de la realeza se alza sin duda en el deseo del primero, al mencionar de forma explícita su reino. Pero Jesús la corrige, dándole una orientación más profunda, ya que lo que se destaca de una manera muy especial es la presentación del aspecto salvífico del que muere, derramando su sangre por todos. Jesús es el salvador universal; salvación que alcanza incluso a aquellos que parece en no merecerla en modo alguno.

El destino humano trasciende la muerte y culmina en la vida eterna, entendida por el buen ladrón como "reino" y contemplada por Jesús como "paraíso", de modo que está anunciando ya, de forma implícita, su victoria. El "hoy" de la promesa de Jesús se eleva por encima del tiempo, deja el pasado y capta el presente para siempre con una clara orientación hacia el futuro final.